La comunicación en el papa Francisco ha sido tema de reportajes, noticias, artículos académicos y toda clase de abordaje, sin embargo es bueno precisar términos y contexto para que no haya dudas de lo que dice.
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El uso de la palabra dictadura es uno de ellos, las referencias hacia Latinoamérica han sido muy precisas, en contextos específicos para países. Difícilmente se encontrará en otra época, que el responsable principal de la diplomacia vaticana fuese tan directo en los términos.
La RAE en su definición de dictadura es muy clara: “Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales”.
Y es que los casos mencionados por el papa cumplen con todas esas características: fuerza, violencia, concentración de poder, represión y violación de los DDHH.
El papa ya había hablado de dictaduras
No son dos las referencias — cómo podría pensarse — en las que Francisco habló de dictaduras, fueron tres, y una de ellas tampoco fue espontánea, sino formal, en el contexto de un discurso oficial.
En su viaje a Paraguay, en 2015, el papa pronunció un discurso ante las autoridades civiles en el que expuso ampliamente su visión social y advirtió sobre el peligro de las ideologías:
“Las ideologías terminan mal, no sirven. Las ideologías tienen una relación o incompleta o enferma o mala con el pueblo. Las ideologías no asumen al pueblo. Por eso, fíjense en el siglo pasado. ¿En qué terminaron las ideologías? En dictaduras, siempre, siempre”, dijo.
Sus palabras son una crítica a esas posiciones inamovibles ideológicas, en el que todo el que piense distinto es enemigo y traidor. Más de un pseudo líder latinoamericano se puede ver reflejado en esto, en las dictaduras (y en sus experimentos incubados) todos son potenciales traidores.
¿Dónde están las dictaduras?
Sin embargo, la medalla de dictaduras, en las palabras y menciones específicas del papa Francisco se la llevan dos países: Nicaragua y Venezuela.
En Nicaragua, en el contexto de una entrevista a Infobae: “Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras. O, para usar una distinción linda de Argentina, guarangas. Guarangas”, señaló.
En Venezuela, en la conferencia de prensa del vuelo de regreso del viaje a Asía y Oceanía:
“No he seguido la situación en Venezuela, pero el mensaje que daré a los gobernantes es que dialoguen y hagan las paces. Las dictaduras no sirven de nada y acaban mal, tarde o temprano. Lean la historia de la Iglesia… Diré que el Gobierno y el pueblo hagan todo lo posible por encontrar un camino de paz en Venezuela. No puedo dar una opinión política porque no conozco los detalles. Sé que los obispos han hablado y el mensaje de los obispos es bueno”, precisó.
Por eso, aunque se esté a favor o en contra de otras posiciones del papa, en temas como migración, pobreza o medio ambiente, los discursos están, las palabras se pronunciaron, y más allá de la discreción diplomática, el drama que viven esos pueblos son verdad, una realidad, que ninguna propaganda ideológica podrá contradecir.
Sin eufemismos, ni desagradable, ni decepcionante, el papa dijo la palabra dictadura.
Foto: Vatican Media
Por Rixio G Portillo R. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey