La Iglesia es Madre porque nos hace hijos de Dios por el Bautismo y la reflexión al revés también es válida somos Iglesia porque Dios nos hace hijos por el Bautismo. Son regalos que recibimos sin pedirlos ni merecerlos. Gracia que nos hace discípulos y nos envía como misioneros.
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La madre en nuestra vida es quien nos da vida, nos alimenta y enseña a alimentarnos, nos enseña a caminar y da los consejos básicos para ser buenas personas. La Iglesia nos da la vida de hijos, nos alimenta con la Palabra, con la Eucaristía y nos da los consejos para caminar de acuerdo a esta identidad a través del Evangelio, los santos, las celebraciones, la religiosidad popular.
En el caso de las Iglesias locales, las diócesis, hay una que por ser la primera en creación se le llama primada. Es una iglesia cuyo pueblo a través del tiempo sostuvo y acrecentó la fe de modo que se fue desparramando por el territorio dando lugar a más diócesis formando una gran comunidad de hijos de Dios. Es importante considerar que esta Iglesia impone un sello hacia atrás y da pautas hacia adelante, es la Iglesia Madre.
Eclesiología circular
En esta épocas de sínodo y de servicio del Papa Francisco debemos situarnos en una Eclesiología circular en la que estamos todos, todos, todos, y no hay más valoración por ser varón, ni por tener el orden sagrado. En esta Iglesia y en la creada por Jesús, el clericalismo y el varonismo no debieran tener preeminencia, tampoco la instalación, los reglamentos y el temor a lo que nos indica el Espíritu Santo.
Una Iglesia entendida desde la circunferencia y no desde el centro del círculo, que perdona, que resiste incomprensiones, que derrocha ternura y sencillez, que no es protagonista ella sino sus hijos, que lleva a Jesús, que vibra con María, que no olvida su historia sino que la recrea.
A veces caemos en la tentación de pensar que la Iglesia es una tercera persona ajena a nosotros y le exigimos que nos provea sin que se despierte en nosotros ningún afecto. Iglesia somos cada uno a quienes Jesús nos llama a construir el Reino cada día y con cada decisión.
Santiago del Estero, la primada
En Argentina vivimos el nombramiento de Santiago del Estero como Iglesia madre de Argentina por ser la primera, la más antigua y por eso mismo es una iglesia que primereó y que salió con sus misioneros a llevar el Evangelio hace 500 años. Una de las portadoras fue Santa Mama Antula, mujer nacida en el monte que a los 15 años decidió ser Iglesia en salida y recorrió el país desde el Norte hasta Buenos Aires llevando el consejo, la ayuda y los Ejercicios de San Ignacio.
Santiago es una Iglesia de periferias, pequeña, sencilla, en un lugar vulnerado y olvidado por demás con pastores que dan su vida cada día para alimentar el rebaño y con un rebaño de raíces profundas en la fe, celebrativo, que hace propia su cultura de pueblos originarios y la fusiona con el folklore y eso ofrece a Dios como don y como fruto.
Estamos llamados a mirar a esta Iglesia Madre, humilde, creyente, esperanzada, pobre, alegre, que abre su puerta de hogar para que todos entren y a todos los llama amigos, al estilo de Jesús en el Evangelio de Juan cuando le dice a sus apóstoles “ustedes son mis amigos porque les conté todo lo que sé de mi Padre”.