Desde hace ya bastante tiempo, las noticias que llegan del Próximo Oriente son preocupantes y turbadoras. Violencia y sufrimiento campan a sus anchas por aquellas tierras desangradas. Por eso llaman más la atención algunos textos de la Escritura como este del Salmo 87 (86):
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“Él la ha cimentado sobre el monte santo; y el Señor prefiere las puertas de Sion a todas las moradas de Jacob. ¡Qué pregón tan glorioso para ti, ciudad de Dios! ‘Contaré a Egipto y a Babilonia entre mis fieles; filisteos, tirios y etíopes han nacido allí’. Se dirá de Sion: ‘Uno por uno, todos han nacido en ella; el Altísimo en persona la ha fundado’. El Señor escribirá en el registro de los pueblos: ‘Este ha nacido allí’. Y cantarán mientras danzan: ‘Todas mis fuentes están en ti’”.
Un poema pequeño pero enjundioso. Puede despistar que se empiece halagando a Jerusalén, designada con el nombre poético de “Sion”. Jerusalén, por contener el Templo (“Él [Dios] ha cimentado sobre el monte santo”), se convierte en el centro del mundo. Sin embargo, la centralidad de Jerusalén va a dar un giro hasta cierto punto inesperado al extenderse no solo a Israel, sino al mundo entero.
Teniendo en mente un movimiento centrípeto –clásico del Antiguo Testamento–, todas las naciones se orientarán a Israel y Jerusalén. El salmo simplemente saca las consecuencias naturales de ello: todas las naciones –empezando por los enemigos tradicionales de Israel: Egipto y Babilonia– formarán parte de los fieles del Señor. Hasta el punto de que “filisteos, tirios [los actuales libaneses] y etíopes” serán inscritos por el propio Dios en el “registro civil de los pueblos”. De esta manera, todos ellos podrán presentar orgullosos su “partida de nacimiento” jerosolimitana.
Bandera utópica
En medio de un conflicto territorial y nacional enormemente complejo y antiguo, las palabras del salmo se elevan como una bandera utópica. El Diccionario de la RAE ofrece como sinónimo de “utópico”: “quimérico, fabuloso, legendario, mítico, ficticio, ilusorio, irrealizable, ideal”. Ojalá que la utopía de la paz y la justicia en la Tierra Santa abandone el terreno de lo ilusorio y se acerque algún día a ser una realidad viva.