Elena Rodríguez-Avial: “La Iglesia, como la sociedad, tiende a esconder el fracaso”

La periodista Elena Rodríguez-Avial

Sabe por propia experiencia que “tener fe siempre aporta esperanza en cualquier duelo”. También el que conlleva un proceso de divorcio. Por eso, y porque defiende la importancia de contar con personas que acompañen en el camino de sanación, Elena Rodríguez-Avial (Madrid, 1974) ha querido compartir con cuantos puedan necesitarlo cómo, incluso en los peores momentos, ‘La herida se ilumina’ (Ed. Mensajero). Así titula su libro esta periodista especializada en información sociorreligiosa y, durante una década, coordinadora de la Oficina de Comunicación de la Provincia de España de la Compañía de Jesús. Unas páginas iluminadas por el testimonio, en forma de entrevistas, de quienes han pasado por esa situación y dan fe del ‘Acompañamiento eclesial a personas divorciadas’. Aunque, no pocas veces, la Iglesia se comporte como la sociedad y tienda a “esconder el fracaso”, se lamenta la autora.



PREGUNTA.- ¿Se cierra del todo la herida provocada por un divorcio o hay que “iluminarla” para que cicatrice?

RESPUESTA.- Las personas que entrevisto en el libro coinciden en que la herida hay que iluminarla para que cicatrice bien y que, aunque apenas duela, siempre permanece.

Pérdidas dolorosas

P.- En un proceso de divorcio, ¿cuáles son las pérdidas más dolorosas que se producen por el camino?

R.- Eso depende mucho de cada persona y de las circunstancias. Pero citaría tres especialmente dolorosas: la pérdida de seguridad en uno mismo, de la confianza en los demás y del sentido de la vida. En el caso de los creyentes, puede ser muy dolorosa también la pérdida de la familia “ideal” cristiana.

Divorciado y creyente

P.- ¿Lo tiene más fácil o más difícil el creyente para superar el duelo por un divorcio?

R.- Creo que lo tiene más fácil si cree de verdad en un Dios amor que está por encima de las normas. Tener fe siempre aporta esperanza en cualquier duelo, y hay otras ventajas, como la posibilidad de una comunidad de acogida, de personas que te acompañen espiritualmente o el perdón y autoperdón como horizonte. Es el paso del Jueves Santo al Domingo de Resurrección. (…)

La Herida Se Ilumina

P.- ¿Por qué ese cuidado eclesial en educar en la fe a los futuros esposos y una atención tan escasa a los divorciados?

R.- En general, la sociedad tiende a esconder el fracaso. Es un signo de su inmadurez. En la Iglesia pasa lo mismo, nos encantan las pastorales con los jóvenes, las oraciones emotivas, los sacramentos solemnes… Pero el Evangelio está encarnado en el pobre, material o espiritual, en el migrante, en el que necesita consuelo, en el que fracasa en su proyecto de vida

Foto: Jaime Pastor

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