El papa Francisco es el encargado de firmar el prólogo del libro ‘Las palabras de la paz’ (editorial EDB) de Andrea Riccardi, fundador de la Comunidad de Sant’Egidio, que recoge la experiencia desde el Encuentro Interreligioso por la Paz de Asís de 1986 impulsado por san Juan Pablo II hasta nuestros días. La obra recoge los discursos que cada año se han ido realizando en estos encuentros.
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La paz espera a sus profetas
Unos discursos en los que, apunta Francisco, se recogen “los problemas del momento, las amenazas de guerra y las expectativas de paz. También afloran las energías y las esperanzas suscitadas por el diálogo entre las religiones y entre los creyentes. Son esos sentimientos los que siempre nos ayudan a no desesperar pensando que la paz es posible”. El pontífice recuerda el origen de la iniciativa en tiempos de la Guerra Fría y como “las religiones podían representar recursos para la paz, por un lado, pero, por otro, alimentar o sacralizar los conflictos”.
“El acontecimiento de Asís asombró al mundo por su novedad” sentencia Francisco al recordar aquel 27 de octubre de 1986 cuando Juan Pablo II clamó: “No hay paz sin una voluntad indomable de alcanzar la paz. La paz espera a sus profetas”. Ahora, reclama el Papa, “precisamente en estos meses, sentimos que el mundo necesita el espíritu que animó aquel histórico encuentro”. El mundo, reitera Bergoglio, “necesita mucho la paz. ¡No! Nunca podremos resignarnos al dolor de pueblos enteros, rehenes de la guerra, de la miseria, de la explotación. El camino de Asís, en los años posteriores a 1986, ha sido un acto de confianza en la oración y en el diálogo por la paz”.
Francisco alaba, además, que “el ‘espíritu de Asís’, en la práctica del diálogo y la amistad, ha formado a hombres y mujeres de paz de religiones diferentes, distantes u hostiles durante siglos”. En esta clave, “los líderes religiosos están llamados a ser verdaderos ‘dialogadores’, a actuar en la construcción de la paz no como intermediarios, sino como auténticos mediadores. Cada uno de nosotros está llamado a ser un artesano de la paz, uniendo y no dividiendo, apagando el odio y no preservándolo, abriendo las vías del diálogo y no levantando nuevos muros”. “Dialogar, encontrarse para instaurar en el mundo la cultura del diálogo, la cultura del encuentro”, defiende el pontífice frente a los fundamentalismos.