“La organización de las sociedades en todo el mundo aún está lejos de reflejar claramente que las mujeres tienen exactamente la misma dignidad e idénticos derechos que los hombres”. Así lo ha subrayado, tal como recoge Vatican News, el obispo Richard Ghyra, observador permanente en la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), que participó en la cuarta sesión plenaria, dedicada a las cuestiones humanitarias, de la Conferencia sobre la Dimensión Humana en Varsovia.
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Durante su intervención, Ghyra reiteró la observación contenida en la encíclica ‘Fratelli Tutti‘ que la encuadra en el contexto de la trata de seres humanos y la define como “una tragedia dentro de una tragedia que se alimenta de las crisis humanitarias”.
Así, definió el tema de la trata como “uno de los más graves y complejos” por su “carácter multifacético”. Las dificultades que presenta surgen en varios niveles, según el representante vaticano: “en primer lugar, en la forma en que se manifiesta. En segundo lugar, en sus víctimas, que son principalmente migrantes y ya se encuentran en situaciones vulnerables. En tercer lugar, en la multitud de factores en juego”.
Las mujeres, las más afectadas
Del mismo modo, el prelado matizó que aunque la plaga de este “crimen de odio” es endémica, “las mujeres y las niñas” se encuentran entre las más “expuestas” a él, según la Santa Sede. Están más sujetas a la trata, ya que son explotadas con fines “domésticos” o “sexuales”. Una tragedia exacerbada por situaciones de conflicto y crisis humanitarias, donde “los delincuentes aprovechan entornos sociopolíticos inestables para subyugar, esclavizar y traficar con personas”.
En este sentido, subrayó que el fenómeno es visible, por ejemplo, en el conflicto de Ucrania y representa, afirmó Ghyra, “una de las consecuencias más devastadoras de este conflicto”. Las víctimas “a menudo se convierten en presa de traficantes que les ofrecen ayuda falsa y perversamente, sólo para luego atraparlas y esclavizarlas”.