Una fiesta multitudinaria tuvo lugar en Andacollo. Decenas de miles de peregrinos llegaron hasta ese pueblo de apenas 12 mil habitantes. ‘Suben’ a Andacollo desde Coquimbo y La Serena, muchos caminando poco más de 50 kilómetros.
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Varias cofradías de bailes religiosos se han preparado todo el año. Allí están con su música, sus vestuarios de colores llamativos, danzando.
Es el domingo 6, día de la ‘fiesta chica’. La principal, la ‘grande’, es entre el 23 y el 27 de diciembre. En esos días, para muchos, la Navidad impide participar. Esta vez han llegado más de 100 mil devotos, peregrinos, promeseros y cofradías. Durante el día se celebran misas cada hora. Decenas de sacerdotes reciben confesiones.
La tradicional novena previa se inició el viernes 27 de septiembre hasta la víspera, el sábado 5 de octubre, con el lema ‘María mírame, si tú me miras, Él también me mirará’.
“Es muy cercana”
“Ver a los devotos con los ojos humedecidos por la emoción es un testimonio de la gran fe que se vive aquí. Para nosotros, en San Juan de Cuyo, la Virgen de Andacollo es muy cercana; tenemos tres parroquias y dos colegios dedicados a Ella. María siempre nos acerca a Dios, y nos hace hermanos”, dice Sergio Díaz, sacerdote parte de un grupo de 60 peregrinos que llegaron desde esa ciudad argentina.
El arzobispo René Rebolledo presidió la Misa a las 11 horas. En su homilía hizo un fuerte llamado a defender la familia, sobre todo como fuente de transmisión de la fe, valores cristianos y la enseñanza de Jesús.
El cacique general de los Bailes Religiosos, Jaime Guerrero, ha presidido estas fiestas hace ocho años. “La Fiesta Chica de Andacollo, dijo, es una expresión de fe que llevamos en el corazón. Este año hemos visto nuevamente cómo miles de peregrinos llegan a la Montaña para ofrecer sus danzas, oraciones y promesas a nuestra Madre, la Virgen del Rosario. Como Bailes Religiosos sentimos una gran responsabilidad de mantener viva esta herencia que se ha transmitido de generación en generación. Nuestra danza es una ofrenda de agradecimiento, un signo de devoción que, estoy seguro, la Virgen recibe con amor”.
Constanza Castillo, joven integrante de una cofradía de bailes religiosos, expresó: “Los jóvenes tenemos la responsabilidad de mantener viva esta tradición. La Virgen nos guía y lleva a Dios con su mirada maternal, y es a través de este amor que seguimos caminando en la fe”.
Antigua tradición
Andacollo está a poco más de mil metros sobre el nivel del mar. Hay que subir para llegar allí. Pertenece a la arquidiócesis de La Serena en el norte de Chile. El pueblo tiene orígenes prehispánicos de la cultura El Molle, indígenas que explotaban el cobre, plata y oro, abundantes en la zona. Hacia 1420 los incas extendieron su dominio hacia el sur y transformaron este sector en una colonia minera. El nombre ‘Andacollo’ es de origen quechua.
La devoción se inició durante la conquista española cuando un indígena encontró una pequeña imagen de la Virgen María, posiblemente extraviada a algún español mientras huía después que la ciudad de La Serena fue arrasada, en 1549. Talvez en sus inicios la devoción estuvo relacionada con la Pachamama (Madre Tierra) a quien le pueden haber dedicado bailes de origen Alto Perú (Bolivia). Se propagó con rapidez. Hoy es la fiesta de religiosidad popular más tradicional y antigua del país. Una de las más multitudinarias.
La ‘fiesta chica’ concluyó con la masiva procesión por las calles del pueblo. Sergio Díaz confesó: “Me llevo la imagen del rostro de la Virgen, que refleja una serenidad indescriptible”.
Andacollo sigue siendo un lugar de encuentro. Cada año la fe, la devoción y el amor a la Virgen del Rosario fortalecen la vida espiritual de los peregrinos, quienes confían en su intercesión y en el abrazo amoroso del Padre.