Jorge Naranjo, misionero en la guerra de Sudán: “La embajadas han cerrado, las ONG se han pirado, pero nosotros seguimos”

El misionero comboniano Jorge Naranjo

“Estudié físicas en la Complutense, pertenecía a una parroquia de Majadahonda y cuando descubrí que Dios me quería misionero fue la mayor alegría de mi vida”. Así arranca el testimonio en primera persona del comboniano Jorge Naranjo, cuando se cumplen 16 años de su presencia en Sudán.



Este religioso compartió esta mañana su ser y hacer durante la rueda de prensa celebraba en Madrid para presentar la campaña del Domund, la Jornada Mundial de las Misiones que se celebrará este domingo 20 de octubre. Junto a Naranjo, intervinieron en la convocatoria de medios el director de Obras Misionales Pontificias, José María Calderón, y Gonzalo Echanove, joven de Hakuna con experiencia misionera en Corea del Sur.

Un país dividido

El comboniano madrileño explicó que, desde que en abril de 2023 estalló la guerra en Sudán “ha cambiado completamente la dinámica de nuestra vida y nuestra misión en un país dividido, con unas zonas controladas por las milicias y otras, por el ejército regular”.

“La Iglesia está presente en ambas zonas”, subrayó, haciendo hincapié en que la zona de las milicias, en el entorno de Jartum, “violan a mujeres, secuestran a los jóvenes que no se unen a ellos, saquean y queman poblados enteros”, denunció este religioso que recordó que el conflicto ha provocado más de diez millones desplazados. “Es el mayor número del planeta, por encima de Siria, Gaza o Ucrania”, subrayó sobre esta guerra olvidada.

Labor educativa

El comboniano compartió cómo la Iglesia realiza una labor transversal en el país, poniendo especial hincapié en la labor sanitaria, con un enfoque significativo en cuidados paliativos, así como en  los más de 4.000 alumnos que se educan en centros católicos. “La guerra ha obligado en muchas zonas a poner en marcha programas educativos alternativos cuando el Gobierno cerró las aulas”, expuso.

Naranjo dirige un centro universitario que tuvo que trasladar su sede en Jartum, porque se encontraba a apenas 800 metros del epicentro de la guerra, el palacio presidencial. “Esto nos ha obligado a crear una plataforma digital y diseñar una pedagogía para que haya una conectividad muy baja debido a la falta de medios”, explicó. “Nuestra presencia es una buena noticia tanto para cristianos como para musulmanes”, remarcó.

El comboniano Jorge Naranjo, José María Calderón y el joven de Hakuna, Gonzalo Echanove

El comboniano Jorge Naranjo, José María Calderón y el joven de Hakuna, Gonzalo Echanove

“Las embajadas han cerrado, muchas ONG se han pirado, pero la Iglesia permanece”, dejó caer Naranjo, que bajo ningún concepto siente que Dios les haya abandonado en medio de esta encrucijada. “No tengo la sensación de que todos los esfuerzos se han ido al garete. Sé que muchos estudiantes se han beneficiado de la formación que les hemos dado y ahora la están poniendo en práctica”, defendió. Es más, considera que “este año ha sido el más bonito de mi vida sacerdotal y misionera por haber podido compartirlo en estas circunstancias con el pueblo sudanés”.

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