Preocupa a la Iglesia argentina la vulnerabilidad de los derechos de los pueblos indígenas

El obispo de San Ramón de la Nueva Orán reclamó por los derechos adquiridos por las comunidades y pidió terminar con actitudes de violencia y represión

Preocupa a la Iglesia argentina la vulnerabilidad de los derechos de los pueblos indígenas

El obispo de San Ramón de la Nueva Orán y titular de la Comisión Episcopal de Pastoral Aborigen, Fray Luis Antonio Scozzina ofm, advirtió sobre el avance de decisiones y políticas de estado en las que se vulneran derechos de las comunidades indígenas avaladas por la Constitución Nacional y por Convenios Internacionales.



El Equipo Nacional de Pastoral Aborigen (ENDEPA) ya se había manifestado recientemente al respecto: “… vemos con preocupación que desde el poder político y económico se pretende nuevamente negar su preexistencia y pertenencia al Estado Argentino, con dolor volvemos a escuchar discursos y afirmaciones referentes a los pueblos indígenas como “los otros”, “los extranjeros” retrotrayéndonos a un pasado violento y excluyente”.

Hicieron esta observación a partir de los atropellos sufridos por las comunidades, agudizados en este tiempo donde se exacerba el individualismo y la explotación de los recursos naturales y culturales, y ante el discurso estigmatizante contra los pueblos indígenas.

Superar los conflictos

El presidente del organismo de la Conferencia Episcopal Argentina se hizo eco de las palabras de los miembros de ENDEPA que solicitaron abandonar actitudes de violencia y represión frente a las comunidades indígenas, y a involucrarse en la superación de los conflictos en sus territorios, en un marco de respeto por la verdad y las normas jurídicas vigentes, incluyendo medidas no violentas que propicien el diálogo, la amistad social y la paz.

Asimismo, se unió al clamor del papa Francisco quien, proféticamente, pidió a las grandes corporaciones extractivas (mineras, petroleras, forestales, inmobiliarias, agronegocios) que, en nombre de Dios, dejen de destruir bosques, humedales y montañas, de contaminar los ríos y los mares, de intoxicar los pueblos y los alimentos.

En el mensaje, el obispo concluye implorando: “Jesucristo, Señor de la Historia danos la valentía de la libertad de los hijos de Dios para amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres, aborreciendo el odio y construyendo la paz”.

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