Es hora de apretarse el cinturón para contener el déficit del Vaticano, que en 2023 se situó en 83 millones de euros, cinco más que el ejercicio anterior. Este es el mensaje que el papa Francisco compartió el pasado 20 de septiembre a los cardenales por carta, sin dar muchas más explicaciones sobre las medidas a adoptar.
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Los recortes han sido conocidos hoy: a partir del 1 de noviembre desaparece el bono por secretaría y asignación de oficina que percibían los purpurados de la Curia romana (una treintena de los más de 200) junto a su sueldo mensual.
Esta cifra ronda los 500 euros, que se suman a los 5.000 euros de sueldo mensual que los cardenales que trabajan en el Vaticano perciben, además de la vivienda. En otras palabras, la reducción será de un 10%. Desaparece así este extra que se sumó al sueldo durante el pontificado de Juan Pablo II.
Se trata de la segunda vez en tres años que el Vaticano rebaja el salario de los purpurados. Y es que el 24 de marzo de 2021, vía ‘motu proprio’, Jorge Mario Bergoglio anunció que se reducía en un 10% el salario de todos los cardenales a fecha 1 de abril del mismo año.
Nuevas medidas en estudio
Según la carta difundida hoy por la prensa italiana, el prefecto de la Secretaría de Economía de la Santa Sede, el español Maximino Caballero Ledo, también ha comunicado a los cardenales que se tomarán “otras medidas que están siendo estudiadas por los organismos competentes” y para las que se “requerirá la contribución de todos en términos de compromiso y voluntad de renunciar a modelos de funcionamiento que en la práctica se han consolidado a lo largo de los años”.
“En términos de reducción de costes, debemos dar un ejemplo concreto para que nuestro servicio se realice con espíritu de esencialidad, evitando lo superfluo y seleccionando bien nuestras prioridades”, subrayaba la carta de septiembre firmada por el Pontífice.