Editorial

El Espíritu (sinodal) sigue soplando

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Cuatro años después de que Francisco convocara el Sínodo de la Sinodalidad, el 27 de octubre se clausuraba con un final abierto. Así se desprende de la decisión del Papa de no publicar una exhortación postsinodal y acoger como hoja de ruta para toda la Iglesia la síntesis final, que recoge no pocas propuestas para ser Iglesia Pueblo de Dios, un encargo que emana directamente del Evangelio y del Concilio Vaticano II.



Cuando el Pontífice puso en marcha esta asamblea, propició un examen de conciencia previo a una conversión personal, pastoral y misionera, para rubricar la reforma integral que encomendaron los cardenales durante las congregaciones previas al cónclave. La sola propuesta de un sondeo global ya supuso un ejercicio de escucha inédito, al que se sumó la inesperada participación con voz y voto de sacerdotes, religiosos y laicos, entre ellos, las mujeres. Estos dos hechos significan un avance puntero que sepulta toda práctica sinodal precocinada, puesto que ha propiciado poner sobre la mesa de debate temas que hasta la fecha eran tabú o sobre los que se pasaba de puntillas, desde la poligamia africana al diaconado fememino.

Clausura Del Sinodo De La Sinodalidad

Tal fue la avalancha de preocupaciones y sugerencias verbalizadas, que el obispo de Roma optó por la creación de comisiones específicas en la recta final de este Sínodo, para concentrar en esta segunda vuelta de la asamblea el diálogo para aterrizar con medios reales el estilo sinodal en las parroquias y diócesis de todo el planeta. O lo que es lo mismo, propiciar esa purificación interior y la remodelación estructural necesaria, que pasa, por ejemplo, por la obligatoriedad de los consejos pastorales y económicos.

Mayores resistencias

Lo cierto es que todas las propuestas que buscan una mayor colegialidad, participación y corresponsabilidad, así como las que reclaman un mayor papel de la mujer, son las que más resistencias han generado en la votación final. Aun así, todas ellas sobrepasan de largo una mayoría cualificada. De hecho, el Documento final se ha aprobado con un respaldo del 80% de media.

En la eucaristía de envío, que no de cierre, el propio Francisco ofreció las coordenadas en las que moverse a partir de ahora, alertando de “una Iglesia sentada que, casi sin darse cuenta, se retira de la vida y se pone a sí misma a los márgenes de la realidad, una Iglesia que corre el riesgo de permanecer en la ceguera y acomodarse en el propio malestar”. El Sínodo de la Sinodalidad culmina de esta manera con una llamada a un discernimiento personal y colectivo permanente, un “caminar juntos” sin acelerones que generen fracturas ni frenazos que ejerzan de cerrojazo al viento fresco del Espíritu, que nunca para de soplar.

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