Tribuna

Silencio atroz

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Hay refranes para todo y el silencio no se salvó. “El silencio es salud”, decía mi abuela que se caracterizó por no mandar a decir con nadie lo que pensaba, pero sabía andar silenciosa entre sus plantas y sus cacerolas, con sus pensamientos siempre esclavos de la verdad.



Y esto trae el recuerdo de una mujer que era modelo publicitaria, la famosa enfermera que pasó a la posteridad como “la mujer del cuadro”. Con el dedo índice de su mano derecha sobre la boca cerrada, ayudaba a recordar el silencio en hospitales y maternidades. Corrían los años´50.

Refranes y sabiduría

El pez por la boca muere. Cada persona es dueña de su silencio y esclavo de su palabra. El buen silencio vale más que una mala disputa. Con la palabra, el hombre supera a los animales, pero con el silencio se supera a sí mismo. A veces, el silencio es la peor mentira. Cuando hables, procura que tus palabras sean mejor que el silencio. Gallina ponedora y mujer silenciosa, valen cualquier cosa. La palabra es plata y el silencio es oro. Te arrepentirás de tus palabras, mas no de tu silencio. No hables si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio. El sabio guarda silencio hasta el momento oportuno, pero el petulante y necio no se fija en el tiempo (Ecli 20, 7). Tiemblen, y no pequen más; reflexionen en sus lechos y guarden silencio (Sal 4,5). Y hay más.

Se habla de las bondades y los misterios del silencio en muchos sentidos. Para escuchar a Dios y a las personas, para ejercitarnos en la oración, para adentrarnos en la contemplación, para no entorpecer el sueño de alguien, para respetar a los enfermos y quienes están orando en el templo, para no disgustar a quien piensa diferente. Y sigue la lista.

Se suele hablar extensamente del silencio, muchas veces matándolo en el mismo momento en que se pronuncia. Hay quienes lo aconsejan desmesuradamente. Hay quienes lo usan para meter alguna basurita debajo de la alfombra. Hay diferentes maneras de abordar el silencio y hay estilos de silencios.

Están los silencios de los eremitas y de los santos y santas. Hay silencios bondadosos, discretos, considerados y hasta amorosos. Hay algunos que la distancia hace hábito. Otros son pausas errantes, insensibles. Hay silencios silenciados. Algunos, convenientes. Hay imprudentes silencios callados. Otros que se imponen como a propósito. Hay culturas donde en el silencio sólo hablan las miradas. Hay silencios cobardes. Hay silencios que sellan el “de eso no se habla”. Otros que dan cuenta de la impotencia y del temor o el miedo.

Está a la vista que hay una inmensa paleta de colores entre las diferentes maneras de hablar del silencio y de ejercerlo.

Enfermera Silencio

¿Silencio profético?

Y las preguntas asoman solas, ¿de qué estamos hablando cuando hablamos del silencio? ¿Cómo usaron los profetas el silencio?  ¿Cómo hablar de la Verdad con las bocas selladas? ¿Cómo profesar y proclamar el Evangelio? ¿Cómo callar ante la violencia y el hambre sin abrir la boca y sin megáfono? ¿Cómo dejar de expresar lo que el corazón está gritando? ¿Cómo podemos ser y estar en salida sin escuchar la Palabra de Dios que nos presenta la espada de doble filo que penetra hasta la raíz del alma y del espíritu? ¿Cómo ser peregrinos de Esperanza si no proclamamos que está sustentada en la Fe que tenemos en el Amor?

Estamos ataviados de los silencios del desánimo y la complicidad. Es más cómodo, diría Francisco. No decir, no hablar, no proclamar es más fácil. Abrir la boca para anunciar y denunciar a tiempo y a destiempo, es mucho más complicado.

Con la pasión por la realidad

Que el anuncio y la denuncia incluyan nuestra responsabilidad ante los signos de los tiempos.

Que siempre sean acompañados por la renuncia a nosotros mismos y a que nos quieran o no por llevar la Esperanza profética en nuestras acciones.

Que detrás del anuncio y la denuncia florezca la propuesta visible y eficaz por el Reino, el que Jesús verdadero hombre vino a mostrarnos con acciones concretas.

Dijo Francisco a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que se celebró en Cracovia en 2016: “Poco a poco, sin darnos cuenta, nos vamos quedando dormidos, nos vamos quedando embobados y atontados mientras otros ─quizás los más vivos, pero no los más buenos─ deciden el futuro por nosotros”.

Que no nos atrape la imagen de “la mujer del cuadro”.