Tribuna

Gozarnos y ser felices hoy

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“Por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.” (2 Cor. 13,11-VRV)

Cuando uno llega a una edad medianamente madura, se replantean varias cosas, porque es un tiempo para pensar y repensar, para evaluar y reflexionar, quiero retomar algunas ideas que quedaron suspendidas en el pasado, porque a veces nos cuesta confrontarnos con la realidad presente, esta segunda carta a los Corintios de san Pablo nos cuestiona sobre el presente de la comunidad y los proyectos hacia el futuro.



Todos queremos ser felices, pero no hemos planteado la pregunta correcta: ¿Para qué quiero ser feliz? ¿Por qué he perdido el gozo y la felicidad en mi corazón? ¿Qué clase de felicidad busco en mi vida?

¿Qué es la felicidad?

La felicidad siempre es una búsqueda incansable del ser humano de todos los tiempos. Por ejemplo, Jesús fue un hombre feliz o un siervo sufriente-siguiendo los textos del profeta Jeremías-, no creo que el Padre lo quiera ver sufriendo como un masoquista, el Padre sabía que no existe amor más grande que es dar la vida por los demás y Jesús da su vida por sus amigos: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 9-17).

Jesús ofrece esta enseñanza a sus discípulos, porque desea que gocen también de la alegría que siente al permanecer en el amor del Padre, cumpliendo sus mandamientos. Es la grandeza y la necesidad que todos tenemos de gozarnos en el Señor.

Mujer Salto

Moisés, líder carismático

Los hebreos en Egipto estaban esclavizados por el Faraón, luego de muchos años fueron libres de toda esclavitud por la guía de un gran líder: Moisés, que nos sacó de la esclavitud hacía la tierra prometida, aun así, no estaban preparados para ser libres, quisieron dejar la esclavitud y en el desierto siendo libres, la gente advenediza que se había mezclado con el pueblo comenzó a sentir hambre y, junto con los propios israelitas, se pusieron a llorar diciendo: – ¡Ojalá tuviéramos carne para comer! ¡Cómo nos acordamos del pescado que comíamos gratis en Egipto, de los pepinos y melones, de los puerros, cebollas y ajos! Ahora desfallecemos, pues solo vemos maná”. (Números, 11,4-5).

Los israelitas quisieron volver a comer las cebollas en Egipto y no el maná que fue el alimento que recibieron de Dios en el desierto. Esto nos pasa cuando no estamos preparados para ser felices o ser libres, queremos volver al pasado a comer las cebollas de la esclavitud y no de la verdadera libertad. La felicidad sigue siendo un encuentro libre y un proyecto de liberación de toda esclavitud.

Hoy es un día para ser feliz

Cuando dejamos de entregarle a los demás nuestra felicidad, empezamos a ser felices con lo que somos, ¿por qué en la vida nosotros somos infelices? Porque muchas veces nuestra felicidad depende de los demás y muchas veces del pasado o del futuro, no de nuestro presente, a veces lo que hacemos es entregar la felicidad a los demás, porque dejamos de ser felices y le damos mi felicidad que me corresponde al qué dirán, que pensarán los demás de mí y de lo que hago.

Jesús en su evangelio dice que se admiraba por la incredulidad de la gente, porque tenían poca fe, tal vez su admiración no es porque lo admiren por sus milagros o talentos, o dones o carismas, sino porque ellos cuestionan su procedencia, su familia y su entorno.

A veces eso es lo que pasa, nos cuesta creer en lo nuestro, en nuestras capacidades y talentos, en nosotros mismos, dejamos que los demás nos digan que hacer, pero no tomamos nuestras propias decisiones porque estamos enceguecidos porque vivimos en automático, dejamos que las programaciones nos dominen hasta el punto de que nos quitan la libertad de ser y vivir.

Vivimos programados, a un horario, un trabajo, un jefe, una vida cotidiana, vivimos automáticamente, como decimos hoy en día: vivimos en automático, en modo avión, en modo robot… pero de todas las cosas que hacemos bien, cuantas son verdaderamente valoradas por nosotros, no necesitamos aprobación de nadie, porque somos felices haciendo lo que nos ayuda a crecer.

¿Dónde me di cuenta qué debo empezar a ser feliz?

Cuando empecé a quitarle a los demás mi felicidad, parece una frase simple, pero es bien pensada, le quitamos la carga a los demás cuando empezamos a vivir felices con nosotros mismos y no para los demás.

A veces nosotros miramos lo externo de los demás, a Jesús lo critican porque come con publicanos y pecadores, Jesús no le interesa comer con ellos, tampoco le interesa lo que dicen los fariseos que lo critican por comer con ellos, porque vino por los más necesitados. O mejor vino por los pecadores, no vino por lo que no necesitan, sino por los que lo escuchan y disponen su corazón.

Esa es la clave de la felicidad, no entregar a nadie mi felicidad, es vivir el presente siendo felices con lo que tenemos… podemos tener muchos problemas, deudas o situaciones complejas, pero la verdad es una: yo soy pionero de mi felicidad, porque no dependo de nadie para ser feliz, yo brillo porque así me hizo Dios para brillar a donde vaya o donde esté, no necesito de nada ni nadie para su aprobación.

Ser feliz antes que nos demos cuenta de que somos felices

Esta frase, es porque muchas veces nosotros somos felices sin darnos cuenta de que realmente lo somos, así mismo, si rompemos los prejuicios, a la manera de Jesús, podemos aprender a sanar heridas, romper hábitos, superar prejuicios, reconstruir relaciones y desenterrar capacidades latentes. Solo debemos dar el paso que nos plantean varias corrientes de pensamiento para ser felices desde las pequeñas cosas.

En el libro: ‘¿Por qué hacemos lo que hacemos?’ “Se explora estas cuestiones, así como otras cuantas igual de complejas y urgentes. Pero antes de empezar necesitamos examinar por qué la experiencia humana funciona de esta forma. Una vez que adquiramos el marco adecuado para comprender la interacción entre las operaciones conscientes e inconscientes de nuestra mente, se abrirán ante nosotros nuevas oportunidades” (John Barth, ‘¿Por qué hacemos lo que hacemos?’ Pág. 3ss).

Una película: “La felicidad es…”

La película que recién se estrenó en Netflix: “la felicidad es…” es una película que nos trae varias consideraciones en relación con la búsqueda de la felicidad. Pero depende de que punto de partida me sitúe para esa búsqueda de felicidad. Mientras nosotros no nos encontremos con nosotros mismos, buscaremos nuestra felicidad en lo externo y no en lo interno.

La cuestión es preguntarnos donde colocamos nuestro corazón. Jesús no es solo una ideología o una teoría, es una persona que nos llama a cada uno por su nombre y en nuestra realidad; y nos da la libertad para renunciar a las cosas que nos cuestan para seguirlo en un camino de desprendimiento, desapego y auténtico amor, solo se logrará en la medida que nos realicemos como personas y vivamos a plenitud en todo lo que hacemos.

La película mencionada trata de una mujer que no es feliz, porque, aunque es exitosa en su arte, se siente vacía, nada le llena, añora su pasado, no sale de su entorno cercano, hasta que abre los ojos y se da cuenta de una cosa esencial: ¿Quiénes son los verdaderos amigos cercanos? Los que siempre quisieron su bien siempre, el personaje principal se toma un tiempo para reencontrarse consigo misma, reconoce su motivo de preocupación, en este caso el padre de su hija, ella quería retenerlo y no lo dejaba libre, porque todavía añoraba su pasado y lo retenía con la plata.

Hasta que no renunció a su pasado no pudo proyectarse y ser feliz para disfrutar sus nuevos horizontes: nuevos amigos(as) o amigos(as) que realmente la amaran por lo que es y no por lo que tiene o por lo que hace.

¿Por qué Jesús nos inspira?

Jesús llega a cumplir una misión, escucha al Padre en momentos de silencio, entregando su vida en la cruz, es el desenlace de la cruz como máxima prueba de su amor por la humanidad.

La cruz es el camino que debemos seguir para ser felices: “Una  de las gracias más señaladas que nuestro Señor nos concede en este mundo es hacernos partícipes de su cruz. Porque nos da a beber de su cáliz y nos entrega lo que más ha amado en esta tierra. Después de su Padre, la cruz es el primer objeto de su amor, ya que por ella destruyó el pecado, que es la fuente de todos los males, y nos mereció todos los bienes del cielo y de la tierra” (san Juan Eudes).

Él nos dice que: “debemos dar gracias a Dios por todas las desolaciones, porque son los más grandes dones que Dios hace en este mundo a los que ama” (San Juan Eudes, OC X, 1905. Pág. 532-533). Él es quien recomienda: “Consideren todas las dificultades y contradicciones como un don muy precioso de la Divina Bondad” (San Juan Eudes, OC VII, 1905. Pág. 212).

Así nosotros, que hemos pensado en la felicidad no como en un estado de vida, sino un momento corto, por eso no valoramos la cruz, el sufrimiento e incluso no lo que tenemos presente hasta que no lo perdemos. Jesús tiene claro un proyecto de vida para la humanidad, el reino de Dios que vino a proclamar fue de libertad. Para ser felices debemos renunciar, porque Jesús debe renunciar a sí mismo y cargar con la cruz como un acto de amor.

Ser felices

La felicidad es más que una experiencia, pienso que lo más importante de todo proyecto es darnos cuenta de que es lo que exactamente nos hace felices, no es una palabra hueca, de moda o porque es el sueño de muchas personas que quieren lo mejor para su vida, para sus proyectos y para su estabilidad. Ser feliz es saber saborear la vida o saber vivir con la sabiduría de Dios.


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios

Foto: Pixabay