En una entrevista con La Vanguardia con motivo de la presentación de su nuevo trabajo, ‘Fama’, Mónica Naranjo ha mostrado su versión más espiritual: desde hablar abiertamente de su fe hasta asegurar que va a la iglesia todas las semanas. Pero no es algo que le haya llegado con la edad: a sus 50 años, señala que es algo que le viene “desde niña” y que ha estado presente en todas las etapas de su carrera como cantante.
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“Mis padres siempre han sido una pareja muy liberal. Yo vengo de una familia creyente, católica, pero liberal”, explica. “Es que no está reñido: recuerdo a los amigos de mis padres en casa y era gente de cualquier decantación sexual; yo he vivido una vida maravillosa, rodeada de gente muy interesante, y eso se lo debo a mis padres. Dios nos quiere a todos y si estamos hechos a imagen y semejanza del Padre, ¿quiénes somos para decir que otro es imperfecto?”.
“Siempre he estado muy vinculada a la coral y la iglesia. Yo me crié con las hermanas misioneras y rezo a menudo”, asegura. “Una vez a la semana voy a la iglesia a orar. Siempre. Esté donde esté, porque hay que ser agradecida. Dicen que en la vida hay que pedir una vez y agradecer mil. A mí me llena mucho más dar que recibir: es algo precioso, te llena, te conmueve… Llegas a casa pletórica”.
“Todo pasa por algo”
Ya de mayor, recuerda la época de ‘Desátame’, uno de sus grandes éxitos, como una liberación. “La letra te lleva al drama más infinito, pero también a la esperanza más grande. Fue una época en que la gente se liberó. No sé muy bien por qué pero a mí también me liberó”.
A punto de comenzar su gira por Estados Unidos bajo el nombre ‘Puro Hits World Tour’, Naranjo baja a tierra una de sus grandes creencias: que todo pasa por algo. “Después de pensar mucho, al final decidimos darle una vuelta de tuerca a todo el concepto y al mover las fechas a 2025, hemos tenido un maravilloso tiempo de más”, dice, refiriéndose a la gira.
“Yo soy de las que piensan que las cosas pasan por algún motivo y es para bien: todo es perfecto, aunque lo estés pasando de pena, porque llega un día en que te das cuenta: ‘¡Hostia, si no hubiera pasado esto, no hubiera llegado a esto otro! Yo creo que el plan de Dios siempre es perfecto. Y los tempos son de él”, explica.
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Recién entrada en los 50, Naranjo subraya que esta década es cuando “más en contacto con la espiritualidad y sobre todo con la mejor compañía, que es la de uno mismo“. “Cuando tienes 50 años empiezas a verlo todo más claro porque tienes una experiencia, un bagaje, y reconoces lo que te conviene y lo que no, diferencias lo auténtico y lo importante”, asegura.
“También te da más igual lo que piense la gente de ti. Lo más bonito es estar en paz con nosotros mismos y hacer lo que nos dicta el corazón. Estamos aquí para aprender, no para irnos y repetir curso”, afirma. “La vida para mí es el mayor de los viajes”.