(Juan Rubio– Director de Vida Nueva)
El acoso y derribo a la clase de Religión empezó por Andalucía ante la impotencia de unos profesores que buscan amparo, al menos, en sus obispos. Junto a los profesionales de esta materia, también buscan apoyos en los prelados los sindicatos y asociaciones que defienden la dignidad del docente. La Junta no sólo rebajó su categoría profesional, sino que ahora los echa de forma rastrera. En Andalucía, cortijo privado de un socialismo inaccesible al recambio interno, coto privado de mandarines de laicismo excluyente, se vive esta esquizofrenia desternillante, aunque el sainete se repite en otros lares de esta España que presume en la moqueta de guardar los Acuerdos Iglesia-Estado, pero los rompe de facto en sus reinos de taifas autonómicos de donde llega la plata de las nóminas y se sabe que la plata es la que manda. Sucede igual en la muy católica Euskadi del PNV, en Asturias y en Cantabria o Cataluña. Andalucía, no obstante, es un paradigma. Los dueños de la finca favorecen almidonadas ayudas a la plata cofrade, nombran hijos predilectos a cristos y vírgenes y presiden procesiones patronales. Después, con alevosía, actúan a la contra, eliminando estas clases con malas artes, contraviniendo leyes educativas. Es la solución final que ahorrará buenos dineros a esta España sumida en la crisis. El embajador ante el Vaticano, Francisco Vázquez, se enorgullecía de los acuerdos logrados por el PSOE y la Iglesia para dignificar las clases de Religión. Desconoce las maniobras de sus camaradas en este último reducto del soviet en España. Es hora de aunar esfuerzos defendiendo las clases, su dignidad y la de sus docentes, evangelizadores en el aula.
Publicado en el nº 2.631 de Vida Nueva (Del 11 al 17 de octubre de 2008).