¿Crees que es tarde para amar a Dios? Aunque siempre puede ser momento para rectificar el camino, reconocer que faltará vida para aprender, entregarnos y buscar la santidad duele, cuando falta tan poco tiempo en nuestras vidas, porque perdimos esos valiosos años en negarnos a conocer más de Dios.
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Hay personas que aceptan el mensaje evangelizador después de muchos años, conozco a hermanos que tardaron cincuenta años en dejarse cautivar por el amor más sincero y sencillo, el de Dios.
El corazón de algunas personas es tan duro, que prefieren vivir en su soledad, en sus vicios y miserias antes que aceptar con humildad que necesitamos de un amor al extremo, de dar el sí a la Palabra que da vida y de reconocer que ser parte de la Iglesia nos hace más cercanos a vivir un amor como ningún otro.
El verdadero propósito de Nuestro Padre Celestial para cada uno
Decía San Agustín: “Tarde te amé” y es que las oraciones de su madre Santa Mónica fueron decisivas, tan sólo un par de décadas fueron necesarias para que su hijo aceptara en su vida el mensaje que cambiaría radicalmente su existencia. Y los ejemplos siguen, he conocido historias que han requerido oración de alguna madre por mucho, mucho tiempo para que el hijo o la hija acepten el mensaje del amor de Dios.
Sin duda, somos necios y nos cuesta trabajo comprender la inmensidad y hermosura de lo que Jesucristo nos tiene reservado. Una vez más nuestros tiempos no son los tiempos de Dios y lo más lamentable es reconocer: “Tarde te amé”.
Cuando Dios nos ama, lo hace desde el principio y nosotros damos el sí, en ocasiones con tardanza, confundidos por el mundo, necesitados de un amor más grande porque lo que nos ofrece la vida, es muy poco comparado con lo que Dios tiene para cada uno de nosotros. Es un proceso, es conocer el verdadero propósito que tiene Nuestro Padre Celestial para cada uno de nosotros.
Aceptar la Palabra que da vida
Dios no cambia, sigue siendo el mismo ayer, hoy y mañana, somos nosotros los que cambiamos. Y en ocasiones lo hacemos ya muy tarde, cuando deberíamos haber transformado nuestra existencia para darle un nuevo sentido a nuestra vida, darle una razón a nuestro cotidiano vivir.
Quienes ignoran el amor misericordioso de Dios y sus enseñanzas, dejan la plenitud, certeza y tranquilidad que nos ofrece aceptar la Palabra que da vida y es fuente de amor inagotable. En el libro ‘Confesiones’ de San Agustín, narra el momento en que él, quien estaba en el huerto de su casa, escuchó una voz infantil que decía “Toma lee”, haciendo referencia a la Biblia.
Agustín interpretó aquellas palabras como si fueran un mandato divino. Leyó: “No en comilonas y embriagueces, no en lechos y en liviandades, no en contiendas y emulaciones sino revestíos de Nuestro Señor Jesucristo y no cuidéis de la carne con demasiados deseos”. Romanos 13,13.
Desde ese momento la vida de Agustín cambió, como cambia la vida para quien acepta el mensaje evangelizador. Por ello recomiendo la lectura del libro ‘Confesiones’ ya que recupera en nosotros lo más sublime y la locura del amor a lo divino. Aprovecha el tiempo y comienza a amar a Dios para que no expreses con dolor: “Tarde te amé”.