Hablar de incompetencia es decir que alguien no es competente, es decir, que no tiene “pericia, aptitud o idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado” (DRAE). Y eso es lo que, desgraciadamente, hemos vivido en Valencia en estas semanas. Hemos tenido unos responsables regionales y nacionales que no han sabido responder con competencia a un desafío enorme que han tenido que afrontar. Y digo esto teniendo en cuenta que la cantidad de agua que cayó fue totalmente excepcional, pero no fue excepcional que se saliese. Parece que el los últimos 700 años se ha salido en 25 ocasiones (sin contar la actual): 1321, 1328, 1340, 1358, 1406, 1427, 1475, 1517, 1540, 1581, 1589, 1590, 1610, 1651, 1672, 1731, 1775, 1783, 1845, 1860, 1864, 1870, 1897 y 1957. Sabemos, pues, que a pesar de que no sucede a menudo, el siglo XX fue el único en el que solamente se salió una vez desde que hay registros.
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Sabemos, pues, que hay probabilidad de que suceda como ya lo hizo en el pasado. Los precedentes nos animan a estar preparados y, en el caso de que llegue, gestionarlo de una manera correcta cuando comienza a bajar el agua y después de que esta haya inundado todo. En estas actuaciones es donde se puede medir la incompetencia o la competencia. Porque todos queremos tener gobernantes que sepan afrontar los desafíos ante los que se encuentran.
No importa si es la primera vez que los viven o si la magnitud es muy grande, esto no es excusa para la incompetencia. Lo que nos importa es que sean capaces de afrontarlos adecuadamente. Si no saben hacerlo que busquen a expertos que lo hagan y que se tomen las decisiones adecuadas. Ahí es donde se mide la grandeza de un gobernante y el que sea la persona adecuada en el lugar adecuado. Si no es así ¿para qué les hemos votado? Si no saben hacerlo o creen que no van a ser capaces ¿por qué se presentan a unas elecciones?
Demasiado tarde
Sin embargo, desgraciadamente, eso no ha pasado en este caso. En primer lugar no se dieron cuenta de que se les está inundando la provincia hasta que fue demasiado tarde (en mis “Diarios de agua y barro” doy alguna experiencia personal a este respecto). No fueron lo suficientemente competentes para saber que el agua estaba bajando por un barranco y que se iba acercando a muchos lugares habitados. Pero tampoco lo fueron para montar una respuesta mínimamente organizada al gran desastre. No fueron capaces de poner los medios hasta muy tarde, de poner un mando centralizado que coordinase todas las acciones y que optimizase los recursos de la ayuda.
Precisamos de gobernantes competentes, que sepan gobernar para todos, que construyan bien común, que tengan la capacidad de reaccionar correctamente y con rapidez ante aquello que afecta a tantas personas. Sin embargo parece que esto es cada vez más difícil. La semana próxima hablaré sobre ello.