Esto no es sólo una brisa sino es Dios que te acaricia, recibe su amor.
Dejate querer, dejate cuidar y no pierdas esa libertad que te acompaña,
dejate querer, quien te ame sabrá valorar tu corazón y ahí está la magia no le escapes al amor que llegará por tu ventana
(Sosa, Patricia – Dejate querer, 2024)
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Finalizamos este mes sobre la santidad; seguimos “Haciendo eco” (Catequesis) de ella como presencia, acción y participación en el Misterio de la Trinidad (Curia, Christian, 2023). En esta oportunidad para contemplar las provocaciones que la Santidad Fontal suscita y genera en nuestra vida.
El desarrollo de las siguientes provocaciones son en cierto punto la predisposición natural de cada persona a vivir desde la Santidad Fontal, porque la Trinidad creó y favoreció una capacidad de ella misma. Es decir que previo y superior, a una concupiscencia hay una benevolencia, un movimiento hacia el bien, el amor, noble, bello, etc. Por este motivo, la Santidad más que una heroicidad es una relación profunda desde el amor en las diferentes relaciones que se tiene, donde hay reciprocidad, cercanía, generosidad, etc.
Lamentablemente por una predicación centrada en el pecado, nos han hecho creer que somos pecadores y que la santidad parece un esfuerzo casi heroico… Lamento contradecir esa corriente de pensamiento. Simplemente porque de Dios no puede salir nada negativo, malo o poner a prueba ni muchos menos hacernos sufrir para alcanzar algo porque sería contradictorio a su esencia ofrecer gratuitamente para que las personas se sacrifiquen. Que nuestro mal uso de la libertad nos lleve a realizar actos malos, no significa que podamos cambiar la sustancia por la que Dios nos ha creado a su imagen y semejanza, a imagen y semejanza de su santidad.
Provocaciones/Inclinaciones Santas
a. Confianza
“Es la primera característica respecto al estado de temblor y de estremecimiento del hombre ante la presencia de un poder extraño que lo sobrepuja en todos los sentidos” (Torres Queiruga, Andrés, 1992, pág. 49)
En la experiencia cristiana, judía e islámica el temor ha sido superado por confianza y la certeza que lo Divino siempre está como el sostén de la existencia: “no está fuera, sino en la base, en el fundamento, en los cimientos del ser” (Torres Queiruga, Andrés, 2013, pág. 23). Es decir, es concomitante.
La experiencia sacral provoca en las personas una ruptura ontológica (Torres Queiruga, Andrés, 2013, pág. 48), es decir, una metanoia o conversión. ¡Lo santo convierte!
Llegamos aquí a un cambio de paradigma fundacional, porque lo divino nos transforma. El tres veces Santo es quien suscita en nosotros la metanoia. Por lo tanto, la conversión más que una acción meramente humana es teándrica, es decir, divino – humana.
Por la confianza, nos comprendemos desbordados, inmersos, injertados, abrazados, amados por la Santidad de la Trinidad: “Eres precioso a mis ojos, eres estimado y yo te amo” (Is. 43, 4), “yo te amé con un amor eterno, por eso he guardado gracia para ti” (Jer. 31, 3) “Con cuerdas humanas los atraía, con lazos de amor, y era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla” (Os. 11, 4)
b. Fascinación
La Trinidad Santa suscita una fascinación tal que nos vivimos atraídos, seducidos, poseídos, contagiados, etc., en ella. Lucas pone en boca de Pablo esta experiencia cuando afirma “en él vivimos, nos movemos y existimos, como muy bien lo dijeron algunos poetas de ustedes: Nosotros también somos de su raza” (Hchs. 17, 28). El profeta Jeremías ya había vivido, incluso en su drama interior, “tú me has seducido, Señor, y yo me dejé seducir” (Jer. 20, 7). El salmista, estupefacto ante la acción de Yahweh proclama:
¿A dónde iré para estar lejos de tu espíritu? ¿A dónde huiré de tu presencia?
Si subo al cielo, allí estás tú; si me tiendo en el Abismo, estás presente. Si tomara las alas de la aurora y fuera a habitar en los confines del mar, también allí me llevaría tu mano y me sostendría tu derecha. (Sal. 139/138), 1 – 12)
Lo Santo es tan profundo y fascinante que irá provocando en nosotros emprender un viaje que nos llevará por senderos de liberación y comunión, porque “cuando se le reconoce como el Dios vivo y verdadero, no es fascinans et tremendum, sino únicamente fascinans: tan fascinante y maravilloso como su amor infinito y su perdón sin fronteras” (Torres Queiruga, Andrés, 1996, pág. 64). Esta presencia provoca e invita a una perspectiva pastoral: contemplar y descubrir los signos de los tiempos como espacios para profundizar la revelación del tres veces Santo.
c. Comunidad
El encuentro con lo sublime está enmarcado por la armoniosa comunión que sostiene y fortalece la vida comunitaria que se transforma en la fuente de la caridad. El amor provoca la apertura de vida, mente, corazón desde y hacia los demás. Es tan fuerte que muchos creemos porque otros compartieron “lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y lo que hemos tocado con nuestras manos” (1ª Jn. 1, 1). Para que, desde este testimonio inicial, experimentándolo, lo afirmemos, como la gente de Samaria, “ya no creemos por lo que tú has dicho; nosotros mismos hemos oído y sabemos que él es verdaderamente el salvador del mundo” (Jn. 4, 42).
La vivencia personal y comunitaria de lo divino transforma nuestra existencia porque “como escogidos, santos y amados de Dios, revístanse de profunda compasión. Practiquen la benevolencia, la humildad, la dulzura y la paciencia” (Col. 3, 12), como lo ha hecho lo divino con cada uno de nosotros. Ser comunidad es vivenciar lo sagrado en lo cotidiano sin nada extraordinario.
Por eso, es muy plausible que también encontremos comunidades y personas santas fuera de la estructura eclesiástica. La santidad, nos recuerda el Concilio Vaticano II, es de todo el pueblo del Dios conformado por toda la humanidad.
d. Familiaridad
En casi todo lo que se quiere realizar o realizado, suscita en los participantes una cercanía tal que hay una familiaridad solo comprendida desde las experiencias que los une y fortalece. La santidad desde la sublimidad fontal es justamente vivir y convivir con lo divino en lo cotidiano. En otras oportunidades vislumbramos este aspecto (Curia, Christian, 2018, págs. 9 – 13, 21 – 30, 64 – 98) (Curia, Christian, 2013, págs. 7 – 10).
En el proceso de comunión con lo divino, aquello que era gigantesco pasa a ser el hábitat natural, y se transforma en nuestro lugar en el mundo. Casi todas las personas tenemos esos continentes en las que nos sentimos como peces en el agua.
La vida santa, es cuando el Misterio Vital se encuentra al alcance de la mano y se hace perceptible, habitual, encontradizo, etc. En la experiencia cristiana lo intuimos y contemplamos, cuando se nos presenta un misterio tan inmenso y desbordante, que el resucitado se pone en medio de los amigos quienes amados hasta el extremo (Jn. 20, 19. 26; 21, 4), camina con ellos en dirección opuesta al resto de la población (Lc. 24, 13 – 35). La presencia lleva a la comunidad a recordar que ese resucitado es el niño recién nacido envuelto en pañales, acostado en un pesebre (Lc. 2, 12), que transita por el mismo lugar que todos (Mc. 1, 16 – 20), que contempla los lirios del campo y las aves del cielo (Mt. 6, 25 – 26), que participa de fiestas (Jn. 2, 1 – 11), llora (Jn. 11, 35), se fatiga (Jn. 4, 6), lava los pies (Jn. 13), se hace tan cotidiano como el niño, enfermo, podre, desvalido, pan y del vino que se transforman en él mismo haciendo de su misterio algo muy familiar (Mc. 14, 22 – 25. Mt. 25, 31 – 40).
Una cercanía tan maravillosa que el Apocalipsis nos la presenta con una frase estremecedora: “Yo estoy junto a la puerta y llamo: si alguien oye mi voz y me abre, entraré a su casa y cenaremos juntos” (3, 20), una presencia que invita no obliga, pero que está al alcance de la mano… No viene cuando lo invocamos, porque está… Junto a…porque no es presencia impávida sino concomitante, sinodal: junto.
Esta familiaridad Santa provoca y suscita algo tan profundo que lo sublime nos llama “amigos” (Jn. 15, 14), experimentando una confianza tal que se puede vivir muy cómodamente ante su presencia.
e. Somos Santos, somos agraciados
En estas provocaciones santas redescubrimos que somos agraciados, somos santos. Nuestra existencia tiene una anchura que hasta por momentos nos deja sin palabras porque la gracia, como acción de Dios, provoca en nosotros lo que ella misma es. Así como Yahweh es Santidad/Amor, nos transformamos en santos/amados y amantes. A partir de esta fundación ontológica lo vivido adquiere un nuevo sentido y valor. En la dimensión religiosa aquello que es medular establece coordenadas de interpretación y de festividad, que se plasman en el corpus religioso y litúrgico del pueblo que se percibe surgido desde la iniciativa de Dios. En el testimonio de los cristianos encontramos que el Misterio Pascual de Jesús es origen, centro y meta de la expresión de fe. Toda la liturgia busca hacer palpable que la Pascua es, para los cristianos, la plenitud y la proyección del gesto perpetuo y siempre novedoso del amor de Dios que es confiable, que confía, que es fascinante, comunidad y tan familiar.
Plegaria
Trinidad Santa y fuente de toda santidad,
te alabamos porque confías en la humanidad,
porque estás fascinada por la obra de tus manos,
porque eres cumbre y fuente de comunión y comunidad,
porque eres tan familiar que estás al alcance de la mano, de la vista, del tacto, del gusto, del olfato…
Te damos gracias porque provocas en nosotros vivir a tu estilo, a tu modo, “tu has establecido una alianza con tu pueblo para hacer partícipes de la naturaleza divina y coherederos de tu gloria a quienes redimiste por la muerte y resurrección de tu hijo” (CEA – Misal Cotidiano, 2011)
Te pedimos que tu Santidad Fontal, nos impulse a ser una iglesia que está atenta a la vida de las personas para que sean felices y plenas, que no seamos una iglesia encerrada en nuestros esquemas, sino que estemos atentos a los signos de los tiempos y a las señales de tu presencia y cercanía.
Para profundizar o seguir ahondando la vida en Santidad, lo pueden seguir en el libro “Una aventura maravillosa” de mi autoría con la editorial PPC.
Felices desde la Pascua de la Vida Nueva…
Bibliografía
CEA – Misal Cotidiano. (2011). Misal Romano Cotidiano. CABA: Oficina del Libro.
Curia, Christian. (2013). Te creo. Una propuesta pastoral desde Jesús. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Claretiana.
Curia, Christian. (2018). La #vida nos da #señales. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: PPC.
Curia, Christian. (01 de Noviembre de 2023). Obtenido de https://www.vidanuevadigital.com/tribuna/alabada-seas-trinidad-santa-porque-somos-santos-y-sinodales-como-vos/
Sosa, Patricia – Dejate querer. (2024). https://www.youtube.com
Torres Queiruga, Andrés. (1992). 10 Palabras clave en religión. Navarra: Verbo Divino.
Torres Queiruga, Andrés. (1996). Recuperar la creación. Por una religión humanizadora. Madrid: Sal Terrae.
Torres Queiruga, Andrés. (2013). Alguien así es el Dios en quien yo creo. Madrid: Trotta.