¿Qué hemos hecho con nuestra libertad? Algunos responderán que han ayudado a otros, pero también estarán los que reconocen que han causado daño a sus hermanos. Otros dirán que han compartido cosas materiales y los que, aunque les duela expresarlo han acumulado grandes cantidades dejando a una enorme parte de la población en la más extrema pobreza.
Aunque también hay quienes tienen un amor profundo y sincero por el ‘otro’ quien le da razón y propósito a su vida.
Sin Dios nos perdemos
“Y Él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra”. Génesis 4,10.
Seguimos viviendo en la barbarie, continúa la violencia en un mundo donde los valores y el respeto han dejado de ser importantes. Aunque también, estamos las personas que creemos en el amor, la paz y el respeto a la vida. ¿Qué hemos hecho con nuestra libertad? Derrochar, contener, liberar, detener, aprender, ignorar, amar, odiar, vivir, morir.
La respuesta es personal, cada quien ha elegido su camino y sin Dios queda claro que nos perdemos y la vida de los seres humanos se convierte en un desastre.
Existe un creador
La historia nos recuerda una y otra vez que nuestros deseos y aspiraciones siempre nos van a conducir a la perdición, la vida en la ausencia de Dios no tiene esperanza, ya lo escribió Henry Nowen: “Dios está «más allá», más allá de nuestro corazón y nuestra mente, más allá de nuestros sentimientos y pensamientos, más allá de nuestras expectativas y deseos, y más allá de todos los acontecimientos y experiencias que conforman nuestra vida. Y aun así Dios es el centro de todo ello”.
Sin embargo, nos empeñamos en seguir ignorado su amor y su presencia, seguimos siendo soberbios (algunos) al creer que la creación es producto de la casualidad, no queremos ver lo obvio, existe un creador. Quien también nos ha dado la libertad como parte de su inmenso amor, para elegirlo libre y voluntariamente, porque el verdadero amor no se exige, es libertad y confianza. Las enseñanzas de Jesucristo nos recuerdan de manera clara:
“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo”. Lucas 10, 27
Libremente, en el sentido de darnos a Dios y a los demás con un amor tan inmenso, entendiendo que, lo hacemos por amor y decisión propia.
Ciegos ante el mensaje amoroso
Si has llegado hasta aquí, vuelvo a preguntar: ¿Qué hemos hecho con nuestra libertad? La respuesta es personal, pero es evidente que muchas personas no responderán de manera positiva hacia el amor, es que la libertad en ocasiones nos vuelve ciegos ante el mensaje amoroso del Evangelio.
Nos sentimos con derecho para realizar todo lo que se nos venga en gana porque lo podemos hacer, porque es ‘nuestra’ libertad. Olvidamos que esa libertad nos fue dada y otorgada por un Padre que desea lo mejor para cada uno de nosotros.