Mari Carmen de Jorge tiene 62 años y osteogénesis imperfecta, la enfermedad de los ‘huesos de cristal’. Es abogada y mediadora. Desde muy pequeña ha sido consciente de que los límites nos los ponemos nosotros mismos. “De niña, asistía a un colegio de disminuidos físicos. Con 8 años, pedí a mis padres que me llevaran a un colegio como el de mis primos. Muchos centros, incluidos religiosos, me rechazaron pero un colegio religioso de laicas me admitió después de preguntarle a mi madre qué quería mi madre que hiciera su hija. La respuesta fue ir a la universidad y eso hice. Mi educación se ha basado en asumir mis límites y conocer mis capacidades. En función de eso, he salido adelante“, explica.
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Cada paso lo ha dado desde ese convencimiento de capacidad. Luchando por cambiar la perspectiva paternalista de atención a las personas con discapacidad por otra basada en el modelo social, también en lo religioso. “No se trata de ayudar a las personas que sufren por lo buenos que somos sino de ver a Jesús en el otro. Los valores de la sociedad actual plantean un mundo perfecto que rechaza el sufrimiento. Pero el sufrimiento existe y hay que afrontarlo. La felicidad reside en la libertad de amar y ser amado, y en la capacidad de dirigir tu vida. Hay personas que me dicen pobrecita y quizás son menos felices que yo. He trabajado y he hecho lo que me gusta, y sé a dónde voy“, añade.
De esta forma, considera que Jesús ha ido poniendo en su camino distintas situaciones que le permitan elegir. De esa manera, ha ido rompiendo barreras. Además de su ejercicio como jurista y mediadora, creó la Asociación ‘Huesos de Cristal’, y logró crear incluir la sección de Discapacidad del Colegio de Abogados, que está en la junta directiva de la institución.
Abrir puertas
Su última aventura ha sido la coescritura del libro ‘Cambiar la mirada, un acercamiento a las personas con discapacidad’, junto a José Vicente Gimeno, que se presenta este martes, 3 de diciembre, en el Espacio Alma de Almería. “Es un libro fruto de nuestra experiencia. Creemos que el diálogo es esencial en la sociedad porque abre puertas. Permite hacer un vacío para acoger al otro sin perder identidad. Sin diálogo, no hay democracia y no se entienden, por ejemplo, los ajustes que necesitan los discapacitados”, agrega.
De Jorge concluye relacionando el mensaje de ‘Fratelli Tutti’ del papa Francisco con la convención de la ONU que reconoce los derechos de las personas con discapacidad. “Francisco dice que muchas veces se percibe que, de hecho, los derechos humanos no son iguales para todos. El respeto es fundamental para el desarrollo de un país y, con él, florece la creatividad y el ingenio. El Papa denuncia que las personas con discapacidad somos tratadas como exiliados ocultos en la sociedad que existen sin participar, cuando debemos ser integrados. Los derechos de las personas deben ser reconocidos porque no puede haber personas de primera y otras de segunda. Es lo que pretendemos con nuestro libro, cambiar esa mirada”.