Si alguien puede hablar con conocimiento de causa de la experiencia de los sacerdotes extranjeros en otros continentes, y concretamente de los que tienen un tiempo de formación en España llegados de América Latina, ese es el mexicano Jorge Carlos Patrón Wong, arzobispo de Xalapa. Especialmente por su enriquecedor período, entre 2013 y 2021, como secretario para los Seminarios en la Congregación para el Clero.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Ese largo y fructífero tiempo de trabajo en Roma, siguiendo un encargo personal de Francisco al poco de su elección papal, le mostró un alud de historias personales y colectivas. Un aprendizaje, por cierto, que se fraguó ya mucho antes, entre 2003 y 2009, cuando fue rector del Seminario de su Yucatán natal.
Mejores pastores
De ahí que ahora, cuando le ha tocado reemprender su magisterio episcopal en su país (volvió hace tres años, retomando un servicio que vivió ya en la Diócesis de Papantla, entre 2009 y 2013), sepa muy bien cómo hay que proceder a la hora de seleccionar a los candidatos para la misión ‘Fidei donum’. Y más sabiendo que, si su experiencia aquí ha sido provechosa, vuelven sacerdotes con una visión más universal de la Iglesia. Con más matices. Más encarnados. En definitiva, mejores pastores.
PREGUNTA.- En España hay unos 1.500 sacerdotes extranjeros, uno de cada nueve. Siendo un hecho que muchos provienen de América Latina, ¿qué tipo de perfiles son los que suelen mandarse desde su continente hasta el nuestro en la misión ‘Fidei donum’? ¿Se valora previamente el perfil de los posibles candidatos para ver cuáles pueden encajar mejor?
RESPUESTA.- En general, los sacerdotes de América Latina que son enviados a España por sus obispos diocesanos o superiores de una congregación religiosa son para continuar su formación permanente dentro de un contexto de especialización académica y de la misión ‘Fidei donum’. La mayoría lo hace por un tiempo de años determinado, para regresar a su Iglesia local de origen.
El perfil y motivaciones del sacerdote son valorados en la propia diócesis directamente con el obispo y colaboradores de la pastoral presbiteral. Si lo comparamos con el proceso de adaptación de presbíteros que llegan de África y Asia, el aprecio y cercanía eclesial, lingüístico y cultural entre los países hispanoparlantes de la América Latina y España facilitan de forma relevante la experiencia de los sacerdotes en las parroquias y diócesis españolas.
Ya la expresión popular “ir a la madre patria” revela mucho de una actitud positiva interior, muy lejana de ciertas ideologías. Inclusive, se habla de un gesto de “agradecimiento histórico” por la primera evangelización que se recibió de ejemplares misioneros y sacerdotes españoles.
P.- Usted tiene una doble visión, pues durante varios años fue secretario de la Congregación para el Clero. Por su experiencia en ese sentido, ¿la Iglesia de la que salen prepara de algún modo a sus sacerdotes para la realidad social y eclesial que encontrarán en Europa, donde son más evidentes los impactos de la secularización?
R.- Todas las preparaciones previas se pueden mejorar, especialmente en las motivaciones humanas y espirituales de la persona. Sin embargo, es en “la realidad”, al llegar y vivir en España, cuando se inicia el verdadero itinerario de conversión personal y pastoral del sacerdote, con sus luces y sombras, sus aciertos y sus errores, en el proceso de aprendizaje discipular y misionero.
La fuerza de la formación integral sacerdotal hoy es vivir la experiencia desde los nuevos retos, tratar de solucionar las tensiones reales e imaginarias y transformarlas en oportunidades de maduración, purificación y santidad, superando prejuicios individuales y colectivos. Para lograrlo, se hace necesario dedicar más tiempo al acompañamiento y diálogo permanente con cada sacerdote de parte de los obispos y encargados de la formación permanente de las diócesis de origen y de las diócesis a las que sirven.
Más allá de la teoría
P.- Desde su llegada a la parroquia en la que desempeñan su entrega pastoral, ¿percibe que estos pastores reciben algún tipo de formación, acompañamiento y seguimiento por parte de la diócesis a la hora de conocer la realidad local y saber relacionarse con las comunidades eclesiales que les acogen?
R.- La formación e información previa pueden mejorarse, pero lo decisivo es el acompañamiento y seguimiento sistemático de cada sacerdote inmerso en la nueva realidad eclesial a la que sirve. Es muy diferente hablar desde la teoría y los principios teológicos pastorales generales a realizar un acompañamiento y discernimiento concreto, puntual, desde experiencias personales y comunitarias que se viven en lo cotidiano. El discernimiento en la vida ordinaria, con sus decisiones concretas de conversión, son las que realizan un “salto cualitativo” en la vida y ministerio de los presbíteros.