Es una pequeña localidad a 60 kilómetros al interior de La Serena. Apenas alcanza los 400 habitantes. El Durazno tiene una rica y prolongada tradición religiosa: su templo fue construido en 1870; pertenece a la parroquia Nuestra Señora del Rosario.
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El tiempo y, sobre todo el sismo de 2015, hacían necesaria una restauración más profunda de la capilla. La comunidad puso manos a la obra y empezaron a gestionar los recursos para hacerla. Su entusiasmo, contagió a otros y así fueron logrando, además del compromiso de los integrantes de la comunidad, el aporte generoso de las comunidades vecinas y bienhechores anónimos.
La bendición del templo restaurado se realizó en una hermosa celebración eucarística presidida por el arzobispo de La Serena, René Rebolledo, acompañado del párroco Marcelo Tomasevic y Antonio Silva, sacerdote que acompaña a esta comunidad.
Pequeña comunidad con fe inquebrantable
Tomasevic expresó su alegría: “Agradecemos a Dios, primeramente, y a toda la comunidad que se organizó para concretar este proyecto que veíamos lejano, pero con fe pudimos sacarlo adelante. Era necesario realizar esta intervención, ya que no solo era estético, sino que representaba un verdadero riesgo por el peligro de algún desprendimiento. Esta es una comunidad pequeña, pero con una fe y un amor inquebrantable”.
La coordinadora de la comunidad, Betty Alcayaga Henríquez, visiblemente emocionada, manifestó: “Con mi corazón lleno de amor doy gracias al Señor. Nuestro agradecimientos y gratitud a cada una de las personas que nos alentaron y apoyaron en cada uno de nuestros desafíos”.