“Las campanas de Notre-Dame vuelven a sonar (…) por el voto de Luis XIII y las victorias de Luis XIV”, cantó Emmanuel Macron, en el corazón de una letanía sobre la historia de Notre-Dame de París, en su discurso pronunciado el sábado 7 de diciembre bajo las bóvedas de la catedral en honor de su reapertura.
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El voto al que se refirió el presidente de la República es una ordenanza fechada el 10 de febrero de 1638 en la que, tras enumerar las gracias recibidas por Francia de “la mano divina”, el soberano consagra su país a la Virgen María con estas palabras: “Tomando a la Santísima y Gloriosa Virgen como protectora especial de nuestro reino, le consagramos en particular nuestra Persona, nuestro Estado, nuestra Corona y nuestros súbditos, rogándole que esté dispuesta a inspirarnos una conducta tan santa, y a defender este reino con tanto cuidado contra los esfuerzos de todos sus enemigos, que tanto si sufre el azote de la guerra, como si goza de la dulzura de la paz que pedimos a Dios de todo corazón, no se aparte de los caminos de la gracia que conducen a los de la gloria”.
Una promesa
Registrado por el Parlamento, este texto tiene carácter legislativo. ¿Había prometido Luis XIII en secreto este voto si nacía un heredero al trono de Francia? Los historiadores debaten esta cuestión: es cierto que Luis XIV nació el 5 de septiembre de 1638, siete meses después de la publicación del texto, tras veintidós años de matrimonio sin hijos, y sabemos que se trataba de una cuestión crucial para el rey. Sin embargo, el decreto no menciona explícitamente tal promesa.
Luis XIII asume varios compromisos en esta consagración: promete hacer reconstruir el altar mayor de la catedral de París, “con una imagen de la Virgen que sostenga en sus brazos la de su precioso Hijo bajado de la cruz”. Y él mismo se representa “a los pies del Hijo y de su Madre”, ofreciéndoles su corona y su cetro. Su muerte en 1643 le impidió terminar este proyecto, que fue emprendido por su hijo Luis XIV.
El rey se comprometió también a hacerla renovar cada año, el 15 de agosto, fiesta de la Asunción, en las iglesias del reino. Basándose en el recuerdo del voto de Luis XIII, Pío XI proclamó oficialmente a Nuestra Señora de la Asunción patrona principal de Francia en su carta ‘Galliam, Ecclesiae filiam’, publicada en 1922. Desde entonces, el 15 de agosto es día festivo.
En Francia, este día es festivo desde el voto de Luis XIII. Salvo en algunas comunidades, esta tradición de rezar por Francia había caído en desuso. Pero en 2012, el cardenal André Vingt-Trois, entonces presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, propuso que todas las diócesis del país leyeran la misma “oración por nuestro país” el día de la Asunción.
El voto de Luis XIII también ha inspirado importantes obras pictóricas, como el cuadro de Philippe de Champaigne ‘Le Vœu de Louis XIII’ (Museo de Bellas Artes de Caen) y el cuadro homónimo de Jean Auguste Ingres de 1824, conservado en la catedral de Notre-Dame de Montauban.
*Artículo original publicado en La Croix, ‘partner’ en francés de Vida Nueva