Pliego
Portadilla del Pliego, nº 3.391
Nº 3.391

La respuesta de la teología a los desastres naturales

Hace poco tiempo que hemos sufrido los efectos de una devastadora DANA cerca de nosotros. Nos preguntábamos si –entre las muchas tareas de ayuda urgentes que han movilizado a tanta gente– los teólogos y la teología podíamos aportar algo.



La idea es si la teología puede ofrecer algo de valor que no se pueda prestar de otro modo, con otros medios. Cuando lo que apremia es resolver las necesidades más inmediatas, puede parecer casi frívolo y fuera de lugar hablar de teología.

Lo mejor que deberíamos hacer los teólogos sería ir a ayudar con nuestras manos a quitar barro y a despejar las calles de basura; o, al menos, a mostrar empatía con las personas que han perdido a seres queridos e ingentes bienes materiales. Quizás, si se plantea de ese modo, la cuestión pueda parecer inadecuada, incluso para los creyentes y personas más religiosas.

Abundante bibliografía

Al repasar la abundante bibliografía sobre teología y desastres naturales, sorprende encontrar no solo un buen número de propuestas y análisis, sino, aún más, que obras colectivas sobre desastres naturales, su asistencia y gestión, recurran –en al menos un capítulo– a la dimensión teológica (Niels Gregersen, 2015; Dónal P. O’Mathúna, 2018; David K. Chester, 2005).

CATARROJA (VALENCIA), 31/10/2024.- Una mujer saca de su vivienda sus pertenecias tras las intensas

Es decir, en estos casos se percibe que la teología puede ofrecer una reflexión y un enfoque ante esas situaciones críticas, que puede ser útil, junto a las aportaciones de otras disciplinas que también son relevantes a la hora de afrontar dichas crisis.

Intervención multidisciplinar

De hecho, se discute estos años hasta qué punto conviene contar con la teología en ámbitos sociales como la medicina, la educación, los programas de desarrollo y la sostenibilidad con el fin de afrontar mejor problemas y retos que claramente nos sobrepasan, o que generan un alto nivel de incertidumbre e invitan a una intervención multidisciplinar.

Sea como fuere, los desastres naturales han sido una cuestión teológica desde hace mucho tiempo. En un período clásico podían ser entendidas desde una perspectiva de juicio y castigo divino. En la modernidad, y después del terrible terremoto de Lisboa de 1755, supusieron un reto a la conciencia religiosa por parte de los pensadores ilustrados, que veían una incoherencia entre la declaración cristiana de la bondad divina y la inmensa negatividad de esos acontecimientos adversos.

Encontrar sentido y esperanza

De todos modos, una teología ‘a la defensiva’, o que trata de responder a esas críticas de los filósofos escépticos, no es seguramente lo mejor que puede ofrecer la teología en su misión de acompañar desde la reflexión, y ofrecer un cierto sentido en situaciones que se sustraen de todo sentido y que provocan ingente sufrimiento en muchas personas. La teología no está solo para justificar a Dios y su amor, a pesar de todos los indicios contrarios, sino para ayudar a encontrar sentido y esperanza.

Otro problema puede surgir de una idea demasiado limitada de la tarea teológica, que se contentaría con interpretar la revelación en busca de respuestas a las cuestiones del momento. Una teología que se toma en serio su propio contexto social y cultural, que parte de las experiencias vividas y del clamor de quienes más sufren, una teología más encarnada, en definitiva, no puede eludir esa tarea de dar respuesta a los grandes retos de su propio tiempo.

Aprender de la realidad

Se trata menos de una “teología eterna” y más de una muy temporal, provisional, radicada en los hechos, y consciente de su falibilidad; pero, al mismo tiempo, más capaz de adaptarse a nuevas situaciones, de aprender de la realidad y de corregirse, para acompañar los procesos de cada momento.

Voluntarios DANA de Valencia

En las páginas que siguen, trataremos de ofrecer un panorama de los intentos de desarrollar una teología de los desastres naturales, para pasar a algunas propuestas que pueden enriquecer dicho repertorio, y, finalmente, ofrecer orientaciones concretas en el caso de las catástrofes que debemos afrontar.

Cuatro puntos de interés

La revisión de los estudios publicados en el campo teológico en torno a los desastres naturales es bastante reveladora. Cabe destacar, al menos, cuatro puntos de interés: el primero es que dicho estudio a menudo se conecta y complementa con los análisis generales sobre desastres. El segundo es que, en la mayoría de los casos, se percibe una clara evolución, desde ideas y explicaciones negativas a otras más positivas. Tercero, el tema se conecta también con la cuestión de la teodicea, o de los intentos de presentar la bondad de Dios a pesar de la negatividad que se descubre en dichos eventos. Y el cuarto punto de interés es que el enfoque teológico apunta a una invitación a la ayuda y a remediar o paliar sus efectos más negativos. Vayamos por partes.

En varios casos, los artículos teológicos nos invitan a conectar con la visión más amplia que representa el campo especializado de estudios de desastres, que ayudan a comprender los distintos enfoques que se han aplicado en los últimos años, y a situar mejor la aportación teológica.

Claves de análisis

Por ejemplo, el teólogo danés Niels Gregersen plantea la aportación de la teología en esos casos como una ocasión para enmarcar el estudio de los desastres naturales dentro de una perspectiva más amplia, que tenga en cuenta aspectos poco asumidos desde los estudios sociológicos y psicológicos, y aporta claves de análisis que enriquecen el repertorio habitual.

CATARROJA (VALENCIA), 31/10/2024.- Varias personas caminan entre el lodo acumulado en las calles a

Es interesante que, tanto él como David Chester, reconstruyen los cambios de perspectiva en el ámbito académico secular, señalando el paso de un modelo dominante hasta los años 80, en el que la atención se concentraba en un evento ocasional y delimitado, que había que abordar con todos los medios técnicos a disposición, a un modelo de ‘vulnerabilidad’, que consideraba desde una visión más global las limitaciones de una sociedad, una condición general precaria y que requiere un tratamiento más de conjunto, realista y capaz de asumir dicha limitación y adecuarnos a ella.

Recuperar y mejorar

Este desarrollo habría dado lugar a un tercer estadio, el de la ‘resiliencia’, que intenta poner el foco en los procesos que contribuyen a la recuperación y a mejorar la situación de las víctimas. Estos desarrollos apuntan a la importancia del capital social y de todos los factores que pueden contribuir tanto a asumir de forma positiva nuestra condición vulnerable como a facilitar procesos de restauración material, anímica y social después de circunstancias devastadoras.

El tema en esos casos es qué aporta la teología cuando podemos tener la impresión de que todo está ya más que analizado y resuelto. Sin embargo, tanto Gregersen como Chester, entrevén en esos desarrollos oportunidades para una teología que pueda asumir tales condiciones.

De hecho, el relato de la vulnerabilidad humana encuentra claras afinidades en la visión cristiana de nuestra condición caída y limitada, que necesita ser rescatada; y la búsqueda de resiliencia tiene connotaciones en el discurso de la gracia y la salvación, pero también en la insistencia evangélica en el amor al prójimo. (…)

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Índice del Pliego

1. INTRODUCCIÓN

2. INTENTOS DE APROXIMACIÓN TEOLÓGICA A LOS DESASTRES NATURALES

  • a. La visión teológica en un marco multidisciplinar
  • b. Un caso de evolución cultural teológica
  • c. La cuestión de la teodicea
  • d. Respuestas prácticas

3. EXPLORANDO VÍAS ALTERNATIVAS

  • a. Una teología de la conexión entre humanos y naturaleza
  • b. El desastre como consecuencia del diseño
  • c. La fe cristiana como afrontamiento y resiliencia
  • d. La fe cristiana en su dimensión social

4. CONCLUSIÓN

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