Tribuna

El nacimiento de Jesús

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La fecha del 25 de diciembre: en la antigüedad la fiesta del solsticio de invierno, fiesta en el imperio romano del nacimiento del sol (Natalis Solis Invicti). Con ella empalmaba perfectamente los temas de la luz, propios de la liturgia hasta entonces celebrada en la Epifanía.



Tanto entraba en la Epifanía el elemento de la luz que a la fiesta se le llama también en los griegos “la fota”, fiesta de las luces.

La idea de Jesús luz del mundo, tan propia de san Juan (cfr. Jn. 8,12; 9,5; 12, 35.48) aparece con especial relieve en sus reflexiones sobre la encarnación (“luz del hombre, luz que brilla en la tinieblas” Jn 1, 4-5).

Lo mismo pasa con Lucas en los himnos de Navidad (“nos visitará el sol que nace de lo alto para iluminar a los que viven en tinieblas” (Lc. 1,78-79); “luz para alumbrar a las naciones” Lc. 2,32). Entre otras lecturas propias para este tiempo: Mt . 17, 2 y 2 Pedro 1,19.

Nino Jesus

Al mismo tiempo la Iglesia de Roma oponía así su propia fiesta cristiana de la luz a la pagana tratando de contrarrestar el influjo que aquella seguía ejerciendo en los cristianos. Constantino fue quien impulsó el que la Navidad se celebrase en la fiesta del Natalis Solis Invicti.

Hasta el siglo IV se consiguió que Jerusalén festejase la Navidad el 25 de diciembre. A San Juan Crisóstomo le cuesta 10 años convencer a los cristianos de Antioquia para que celebren la Navidad el 25 de diciembre.

Que bellamente nos recuerda: “esta es la “metrópolis”, la fuente de la luz y el punto de partida de todas las fiestas” (San Juan Crisóstomo).

También nos lo recuerda san Agustín: “este día queda consagrado no por el sol visible sino por su invisible Creador…no adoréis al sol sino al que lo ha hecho” (San Agustín). Y el papa León: “hay gente que piensa que esta fiesta nuestra no es tanto por el nacimiento del nuevo sol…Así que no puedo sino reprender a los que entre vosotros al amanecer antes de entrar en la Basílica de San Pedro suben la escalera y con grandes inclinaciones ante el disco brillante saludan el sol que hoy renace”(Papa León).

Sueños de vida

En el Divino niño está la fuerza para la renovación creadora, ese niño nos recuerda la creatividad especial. Cuando encontramos en nosotros el Divino niño, entramos en contacto con el niño divino que hay en nosotros, con nuestro verdadero ser, con la fuente de nuestra fuerza y nuestra creatividad. (Anselm Grun, ‘Los sueños de vida. Guías hacia la felicidad’, editorial san Pablo, 2015. Pág. 69).

En síntesis, debemos encontrar el verdadero sentido a nuestras celebraciones de la fiesta, dela Navidad, como en los evangelistas (Mt, Lc, Jn) que en lo relativo al nacimiento nos presenta este misterio en la introducción a sus evangelios y al Misterio central de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.

Así mismo, San Pablo en Fil 2, 6-7 nos recuerda: “se despojó haciéndose semejante a los hombres”, destacando el valor redentor del Misterio dela encarnación relacionado con la muerte y la resurrección.

Una invitación hoy

Cada uno frente al pesebre o el árbol, debería tener una hoja en blanco y poder escribir todo lo que quiere renunciar (desojarse de ese que no te ayuda a crecer) y pedir que el Niño Jesús nazca en cada corazón (con un deseo profundo en su corazón).


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios