La ex abadesa de Belorado, sor Isabel de la Trinidad, ha reaparecido en la antesala de la Nochebuena, a través de una entrevista realizada por su jefe de prensa, Francisco Canals. En un diálogo con música épica de fondo, la clarisa excomulgada por la Santa Sede por liderar un cisma conventual el pasado mes de mayo redobla sus ataques contra la Iglesia católica: “Igual un día ponen a una mujer que sea Papa”.
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Para la consagrada defenestrada, en el catolicismo “ha habido una evolución a peor, esto no era así antes”. “Debajo del Concilio Vaticano II tenemos una serie de líneas modernistas que se están tragando toda la tradición de la fe católica, del Evangelio, que la van succionando y transformando”, defiende.
Contra el Sínodo
A renglón seguido, comenta: “Quien tenga ojos para ver, que vea lo que ha pasado en el Sínodo”. Con estas palabras, ataca una de las propuestas troncales del papa Francisco: el Sínodo de la Sinodalidad, alineándose a grupos ultracatólicos que, sin considerarse cismáticos, también atacan al Pontífice por la asamblea que se celebró en octubre en Roma.
A la vez que se queja de la campaña eclesial y mediática contra ella y la comunidad, defiende que su separación de Roma es fruto de cinco años de reflexión en la que han combinado “un discernimiento teórico con vivencias concretas”.
¿Controladas?
“Todos somos muy conciliares y muy fraternos pero ‘tú de esta casilla no te sales’”, denuncia la ex abadesa, que asegura que ante sus propuestas ha llegado escuchar un “cállate” de los portavoces eclesiales. “Hemos percibido esa especie de tenaza real, que no es la que aparentan”, comenta, a la vez que acusa a la Iglesia de “querer tener un control” sobre su comunidad.
“Hemos sido muy castigadas por trabajar tanto”, llega a decir, aseverando que “nos venían tiros por todos los lados”. Así, echa la culpa a su actual situación de “otros factores políticos o eclesiásticos que no le gustan este tipo de movimientos creativos porque se le salen de marcho y dicen: ‘A estas monjas hay que pararlas’”.
Encogidas
Es más, incluso llegó a sentir que “nos íbamos quedando encogidas”: “Hablaba con religiosas de Italia y de Argentina que nos decían que parecía que en España teníamos que estar pidiendo un permiso expreso para todo”.
“Eso sí, lo deciden ellos, porque las monjas no podemos decidir nada. Te hacen partícipe aparentemente de los documentos, pero luego se revisa por una comisión de expertos, nadie sabe como lo han decidido, pero al final es otra cosa”, señala en una acusación al ‘staff’ católico.
“El Espíritu Santo es creativo”, defiende la priora excomulgada sobre el paso al frente que han dado sumándose al sedevacantismo para promover una “vida luminosa, creativa, autosuficiente”.
Otra formación
A partir de ahí, cuestiona la actual formación que se da a las novicias “de tipo académico, muy mental”. “La vida de antes era muchísimo más arrojada y eran capaces de tomar decisiones de por vida”, comenta, a la vez que pone en valor que “no había esa estrechez y ese control”.
Según ella, cuando se quiere aplicar los postulados conciliares “es imposible, es tan óptimo, maravilloso y perfecto, que nadie puede entrar en el monasterio, porque todo el mundo necesita una perfección afectivo, sexual y de conocimientos”. “No puedo dar paso a nadie a una profesión religiosa, porque no toca realidad con la gente que me está viniendo”, señala criticando el plan de formación integral que hoy se plantea desde la Santa Sede precisamente para promover un acompañamiento psicológico y afectiva a quienes dan un paso al frente para entregar su vida como consagradas.