José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Procesionar con los Reyes Magos


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JUEVES

A veces, es preferible ver los toros desde la barrera antes que lanzarse a la plaza para jugar a dar muletazos con una vaquilla. Sobre todo, cuando quienes animan a poner banderillas son otros, una cuadrilla que busca marcar la agenda e imponer el relato para fines que no pretenden defender derechos ni libertades. Solo agitar. Hacerse oír, que no escuchar. 



VIERNES

Si el objetivo es blanquear su cuestionada trayectoria, al menos debería tener base de verdad lo que de él se dice.

DOMINGO

Por primera vez, la Iglesia de Madrid cuenta con una carroza propia en la cabalgata de Reyes. No me suena que haya iniciativa similar en otros lugares. En tiempos de un cristianismo más que difuminado en las calles, donde el cortejo bien pudiera hacer creer que se trata de un desfile en homenaje a Julio Verne plagado de caramelos, presentarse en el camino que lleva a Belén con un nacimiento de poliestireno expandido se presenta como una inversión necesaria, como un método de reevangelización más que pertinente para no abandonar a los Magos de Oriente, sino procesionar con ellos.

Carroza de la Archidiócesis de Madrid

LUNES

Nombramiento de Simona Brambilla. Me pilla con un pie entrando en misa. Contemplo el aforo. A un lado y a otro. Con la tentación de contar. A ojo de buen cubero, ellas son abrumadora mayoría. La prefecta es, desde hoy, una abrumadora minoría.

MARTES

Leo una entrevista con el historiador liturgista Marco Benini sobre cómo comulgar. “Una mirada a la historia muestra que la comunión en la mano era la forma original”, asegura. Y se remite a uno de los padres de la Iglesia, esos que tanto se estila citar en otras diatribas para retorcer argumentos. Se trata de Cirilo de Jerusalén: “Puesto que la mano derecha debe recibir al Rey, hazle un trono a la izquierda. Recibe el cuerpo de Cristo con la mano ahuecada y responde: Amén”. Amén.

MIÉRCOLES

Me cuenta Amparo que Roma está a rebosar. Y estamos en enero. Riadas para entrar y salir de San Pedro. Para jubilarse. Como me dijo un monje hace unos días: “Nuestra misión es que toda esa muchedumbre que entra como turista, salga como peregrino”. Para conseguirlo, no basta con encomendarse.

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