Editorial

Las víctimas, con los derechos menguados

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El giro trascendental de la Iglesia a la hora de afrontar la lacra de los abusos sexuales no significa que haya que dar por superada esta crisis. Se han dado pasos inequívocos en materia de prevención y justicia restaurativa, pero todavía quedan alfombras por levantar y reformas canónicas pendientes.



Ahí está el compromiso manifestado hace un par de meses por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe para tipificar el delito de abuso espiritual y, así, salvar la desprotección de las víctimas adultas. A esto se suma la propuesta formulada ahora por el decano del Tribunal de la Rota española. Para Carlos Morán, se debe reconocer a las víctimas la condición de parte en el proceso judicial penal, permitiéndoles incluso ejercer la acusación particular.

Sala de reuniones del Dicasterio para la Doctrina de la Fe en la Santa Sede

Proceso justo

Para el reconocido canonista, que ha visto cómo los expedientes de otras cuestiones como las nulidades se reducen mientras se acumulan los casos de abusos, urge garantizar “un proceso justo”. No le falta razón ni argumentos. Cuesta creer que las víctimas no puedan ser informadas de la marcha del proceso penal ni puedan proponer pruebas, hacer alegaciones ni siquiera notificárseles la resolución. Es cuestión de derecho.

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