Al concluir el Tiempo de Navidad, celebramos la manifestación del amor de Dios encarnado, que nos invita a mirar con ojos nuevos la Creación como un reflejo de su bondad y ternura.
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Este es un momento propicio para renovar nuestro compromiso de cuidar la casa común, recordando que el mismo Dios que se hizo hombre habita también en todo lo creado.
Reflexionar en clave ecológica en este domingo, nos anima a vivir con gratitud y responsabilidad, viendo en la naturaleza no solo un recurso, sino un don sagrado que debemos proteger como signo de nuestra fe y esperanza en el Reino de Dios que se construye desde ahora. Profundicemos aun más en las lecturas para este Domingo:
Restaurar los ecosistemas (Primera lectura)
La lectura de Isaías 40, 1-5. 9-11; invita una interpretación ecológica que impulsa a cuidar la Creación, reconociendo en ella la obra amorosa y redentora de Dios. El llamado a “preparar en el desierto el camino del Señor” y “trazar en la estepa un sendero”, nos inspira a restaurar la armonía en los ecosistemas dañados, devolviendo la vida a los lugares áridos y devastados por el descuido humano.
El aplanar montañas y rellenar valles simboliza la eliminación de las desigualdades y los excesos que dañan tanto a las personas como a la naturaleza. Además, el pastor que reúne y cuida a su rebaño nos invita a imitar su ternura y cuidado, promoviendo actitudes responsables hacia la biodiversidad y protegiendo a los más vulnerables, tanto en la humanidad como en el medio ambiente.
Gratitud y Asombro ante la Obra del Creador (Salmo responsorial)
“¡Bendice al Señor, alma mía!” Esta exclamación del salmista nos invita a una profunda gratitud y asombro ante la Creación, reconociéndola como un reflejo de la grandeza, sabiduría y generosidad de Dios. El salmo describe al Creador como quien extiende los cielos, establece su morada sobre las aguas y se desplaza con majestad en los vientos y relámpagos, revelando una íntima conexión entre Dios y la naturaleza.
Los mares llenos de vida, la diversidad de criaturas y la provisión constante del sustento a su debido tiempo, son un recordatorio de nuestra dependencia de la tierra y de nuestra responsabilidad de cuidarla. Así, el salmo nos impulsa a contemplar, proteger y bendecir al Señor mediante nuestro compromiso con la casa común, viviendo en comunión con toda la Creación.
Sobriedad y Justicia Ambiental (Segunda lectura)
La carta del Apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14; 3, 4-7; nos invita a contemplar la gracia de Dios como fuente de salvación y renovación para toda la Creación, esta exhortación a vivir “con sobriedad, justicia y piedad” nos interpela a adoptar un estilo de vida que respete los límites del planeta, promueva la equidad y valore la interdependencia de todos los seres.
La referencia a la “Manifestación de la gloria de nuestro gran Dios y Salvador, Cristo Jesús” nos anima a asumir una actitud activa de esperanza, trabajando por un mundo más justo y sostenible como preparación para esa plenitud. La bondad y misericordia de Dios, expresadas en el renacer por el bautismo y la renovación por el Espíritu Santo, nos recuerdan que somos administradores de un don inmenso: la Creación.
Renovación y comunión con la Creación (Evangelio)
El Evangelio de san Lucas 3, 15-16. 21-22; nos invita a reflexionar sobre el Bautismo de Jesús como un signo profundo de renovación y comunión, no solo con la humanidad, sino con toda la Creación. La presencia del Espíritu Santo, que desciende como una paloma, nos remite al vínculo entre lo divino y lo creado, revelando que todo en la naturaleza participa de la manifestación del amor de Dios.
Además, nos llama a cuidar la Creación como un acto de fidelidad al reconocimiento de que somos hijos muy queridos de Dios, en quienes Él se complace. Así como el cielo se abrió para revelar el amor del Padre, estamos invitados a abrir nuestras vidas al Espíritu Santo, permitiendo que renueve en nosotros el compromiso de proteger y respetar la casa común.
Elementos como el agua, símbolo de vida y purificación, nos recuerdan la urgencia de preservar este recurso vital, mientras que el fuego del Espíritu nos impulsa a trabajar con pasión y esperanza en la transformación de las realidades que amenazan la vida en el planeta. Cuidar la Creación es, por tanto, un acto de alabanza y gratitud hacia el Dios que se revela en ella y en nosotros.
A modo de cierre
Cuidar la Creación es una respuesta concreta al llamado de Dios que se revela en la naturaleza y en nuestra vocación como hijos amados en quienes Él se complace.
Este cuidado nos invita a vivir con gratitud, sobriedad y compromiso, reconociendo en cada elemento de la Creación un reflejo del amor de Dios y una responsabilidad compartida. En este domingo, asumamos el desafío de ser custodios de nuestra casa común, renovando nuestra relación con el Creador, con los demás y con todo lo que nos rodea.
Como nos recuerda el Papa Francisco en Laudato Si’: “La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria” (LS 219). Que nuestras acciones, por pequeñas que sean, se unan en este esfuerzo común por construir un mundo más justo, sostenible y lleno de esperanza para las generaciones presentes y futuras.
Por Marcial Riveros Tito. Teólogo y Contador Público