Tras presidir la celebración de la Santa Misa en la Capilla Sixtina en la Fiesta del Bautismo del Señor en la que el papa Francisco bautizó a 21 niños, el pontífice rezó el ángelus con los fieles y peregrinos congregados en la Plaza de San Pedro desde la ventana de la última planta del Palacio Apostólico. Concluida la oración, con algunas dificultades respiratorias, el Papa mostró su cercanía a quienes están sufriendo las consecuencias de los accidentes de Los Ángeles. Pidió oraciones para los nuevos bautizados y rezó por los jóvenes esposos para que reciban el don de los nuevos hijos. También recordó la beatificación en Roma de Juna Merlini y rezó por la paz en el mundo entero.
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El rostro y la voz de Dios
El Papa, comentando el evangelio del Bautismo de Jesús (cf. Lc 3, 15-16.21-22), señala que en “el pueblo que espera, del que surge la figura de Jesús que se une a ellos para recibir el bautismo para el perdón de los pecados”. Jesús llega, como dice un himno, “con el alma desnuda y los pies descalzos”. Es, añadió, “la Epifanía de Dios”, a través del “rostro y la voz”, “dos características humanas que Dios hace suyas”.
“Al revelarse a través del Hijo, Dios establece un lugar privilegiado para entrar en diálogo y comunión con la humanidad. Es en el rostro del Hijo amado donde sabemos quién es Dios en realidad; y es en el rostro del Hijo amado donde podemos vislumbrar también nuestros propios rasgos, descubrir que también nosotros somos hijos del Padre y reconocer su presencia en nuestras hermanas y hermanos”, destacó el Papa. Además, añadió, “Dios, a través de su Palabra, nos muestra la esencia de su naturaleza: el amor. Dios es amor, Dios nos ama a todos como hijos, ¡recordémoslo!”
“Este es el don que recibimos en el bautismo y es hermoso vivir el camino de nuestra vida sabiendo que también a nosotros nos acompaña la voz del Padre que dice a cada uno: ‘Tú eres mi hijo amado’”, destacó el Papa. Y es que, prosiguió, “la fiesta de hoy nos hace contemplar el rostro y la voz de Dios, que se manifiestan en la humanidad de Jesús”. Por ello invitó a recordar la fecha del propio bautismo, para el pontífice “es un día importante, que debemos fijar en nuestro corazón para celebrar como un nuevo cumpleaños”. A quien no se sabe su fecha de bautismo, le dejó la tarea de preguntar al llegar a casa.