La localidad valenciana de Benigànim vivió el pasado 9 de febrero una jornada histórica con la conmemoración del IV centenario del nacimiento de la beata Inés, la primera mujer beatificada de la archidiócesis de Valencia. El evento superó todas las expectativas en cuanto a participación y asistencia, reuniendo a miles de fieles y peregrinos en un ambiente de devoción, historia y tradición.
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Las celebraciones comenzaron días antes con un completo programa de actividades religiosas y culturales. Entre ellas destacaron un novenario en honor a la beata, una exposición de arte sacro en la parroquia y una ruta teatralizada que recorrió los lugares más significativos de su vida. Sin embargo, la jornada más esperada llegó el domingo 9 de febrero, fecha exacta de su nacimiento hace 400 años.
El día festivo comenzó con la tradicional ‘despertà’, seguida de un repique de campanas en todas las iglesias de la localidad para anunciar la gran solemnidad de la Misa Pontifical. Este acto litúrgico, presidido por el arzobispo de Valencia, Enrique Benavent, reunió a una multitud de devotos en el monasterio donde vivió la beata y donde se conservan sus reliquias. Durante su homilía, el arzobispo destacó los valores de humildad y sencillez de Inés de Benigànim, haciendo referencia a una biografía publicada en 1882 por su confesor, Felipe Benavent.
Uno de los momentos más significativos de la celebración fue el llamamiento a la oración por la confirmación de los milagros de la beata, con la esperanza de que pueda ser canonizada en el futuro. La plaza del monasterio se llenó de fieles que compartieron este deseo con profunda emoción y fe. Así nos lo cuenta para Vida Nueva el párroco de la iglesia del municipio, Antonio Martínez: “Toda esta celebración ha sido posible gracias a la parroquia y las hermanas agustinas. No ha sido una cosa exenta de unos y de otros, sino que todos hemos trabajado en unión y colaboración, somos uno”.
Una procesión multitudinaria e inolvidable
Por la tarde, la procesión en honor a la beata Inés se convirtió en un evento multitudinario e inolvidable. Miles de ciudadanos abarrotaron las inmediaciones de la parroquia de San Miguel y la iglesia de Inés para contemplar la salida de las imágenes religiosas que habían formado parte de la exposición del IV centenario. Varias parroquias y cofradías de localidades cercanas se sumaron a la procesión, llevando sus propias imágenes. “Citando a Juan Pablo II, que nos decía que entre la fe y la cultura hay unidad, aquí en el pueblo lo hemos logrado. Es decir, hemos hecho dos actos religiosos, como la procesión y la misa, pero también, a nivel cultural, tenemos un gran patrimonio que se ha sacado a la calle para que la gente de Benigànim pudiera sentir y conocer el patrimonio que tiene”, ha explicado el párroco.
Un legado de fe y esperanza
El IV Centenario de la Beata Inés ha sido una manifestación de fe y devoción que ha dejado huella en la comunidad de Benigànim y sus alrededores. La parroquia y los vecinos han demostrado una vez más su compromiso con la causa, reafirmando su legado espiritual y cultural. Ahora, el deseo colectivo es que su intercesión continúe dando frutos y que en el futuro pueda ser proclamada santa: “Yo creo que la historia de Benigànim no se podría conocer sin el conocimiento de nuestra Inés y yo creo que ahí está toda la devoción de su pueblo que siempre, y en especial este año con el jubileo, camina con la esperanza puesta en nuestra beata. No es la que nos soluciona los problemas de todos los días, pero sí, ante todo está ahí atenta a la necesidad personal de cada uno… En la medida es que nos abrimos cada uno nosotros al proyecto de Dios, ahí está la clave”, tal y como ha declarado Antonio Martínez.
El obispo Enrique Benavent recordó en su homilía la humildad y sencillez característica de la religiosa agustina, unas cualidades reflejadas en su pueblo, tal y como nos ha contado su párroco. “Este día a día en la vida de la beata se puede experimentar, se puede saborear, y se puede vivir en la relación de los vecinos. En el día a día vivimos esta sencillez, desde esta humildad, porque en definitiva así lo vivió nuestra Inés cuando era niña y dentro del monasterio. Y esta es la clave que nos ha dejado a cada uno nosotros, a los hijos de Benigànim”.