(José Lorenzo– Redactor Jefe)
“Es curioso: el papa Ratzinger empieza a ser víctima de quienes jaleaban al Ratzinger prefecto de Doctrina de la Fe cuando ponía firmes a quienes entendía que se desviaban del magisterio (…). Ahora, esos mismos vienen a decirle al Papa que se guarde sus opiniones personales o que las vierta, si no, en una encíclica, motu proprio o bula papal. A sus ojos, Ratzinger se está convirtiendo en un peligroso ‘progre’”
¡Santo Dios, la que les está haciendo pasar Benedicto XVI a los seguidores de Joseph Ratzinger! A los más papistas, que son legión, las palabras del Pontífice sobre el preservativo en el libro-entrevista que acaba de publicar con su compatriota Peter Seewald les han sacudido en lo más profundo de su monolitismo mental, profundamente anclado en una amplia galería de certezas inamovibles.
En la calle (¿quién no se ha enterado de la escandelera mediática que se ha montado?), en donde como en tantas otras ocasiones se vive más instalado en el sentido común de lo que comúnmente se cree, escucho de refilón el dictamen de una joven que bien podría responder al del perfil que nos dibujan los informes de la Fundación SM: “Más vale tarde que nunca”. Ahí está, con un punto de desdén, concentrada en esas cinco palabras, la rápida asimilación teórica de una nueva forma de enfocar por parte de la Iglesia un grave problema. Y comunicada de manera totalmente novedosa, sobre todo porque el pensamiento del Papa es meridianamente claro, por mucho que algunos insistan en enturbiarlo.
Otros tardarán mucho más en digerir unas palabras que ya empiezan a criticar sin recato. Es curioso: el papa Ratzinger empieza a ser víctima de quienes jaleaban al Ratzinger prefecto de Doctrina de la Fe cuando ponía firmes a quienes entendía que se desviaban del magisterio, moralistas incluidos, claro está.
Ahora, esos mismos vienen a decirle al Papa que se guarde sus opiniones personales o que las vierta, si no, en una encíclica, motu proprio o bula papal. A sus ojos, Ratzinger se está convirtiendo en un peligroso “progre” al que, a pesar de su edad, le está dando tiempo a hacer un daño a la Iglesia que consideran irreparable. Ya no les sirven sus gestos para con los lefebvristas o el coqueteo con la misa en latín, posicionamientos todos ellos recibidos con gran alborozo. Son los mismos para quien Benedicto XVI está yendo ya demasiado lejos también en el tema de los abusos sexuales o en el empeño por el diálogo interreligioso. Algunos de ellos, al parecer, estaban presentes en el Consistorio de hace unas semanas.
En el nº 2.732 de Vida Nueva.