Un poco de luz


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Pepe Lorenzo(José Lorenzo– Redactor Jefe)

“Mientras media España vacacionaba y la otra media era rehén de una casta aérea nada angelical, los primeros [jóvenes de la JOC], sin complejos, recorrieron calles para oponerse, sonrientes, pero sin infantilismos, al consumo que consume la vida de tantos. Los segundos [Foro de Laicos] se juntaron con miembros de otras religiones para compartir palabras y escucha, para intercambiar impresiones como hacen los hermanos que hace tiempo que no se ven”

Anda el mundo famélico de grandes figuras que proyecten un poco de luz y de sentido en medio de tanta vacuidad. Wikileaks nos ha desnudado una realidad que, no por sospechada, nos deja libres del escalofrío. Difícil animar ahora a seguir construyendo –sobre todo a los jóvenes– cuando es tanto lo que se fundamenta en tanta mezquindad a granel.

Tampoco está la Iglesia en estos días sobrada de referentes. Dicen los informes que sólo un 3% de los jóvenes creen que en esta institución se digan cosas importantes. Y eso, en un país, cristianoviejo como el nuestro. O precisamente por eso…

Decía Pablo VI que la Iglesia no necesita maestros, sino testigos. Quizás por eso, en épocas de orfandad, se tiende a volver a los orígenes, a la fuente primigenia de donde todo mana. Ésa es la sensación al saber lo que han hecho los jóvenes de la JOC y los adultos del Foro de Laicos, por poner dos ejemplos poco publicitados. Mientras media España vacacionaba y la otra media era rehén de una casta aérea nada angelical, los primeros, sin complejos, recorrieron calles para oponerse, sonrientes, pero sin infantilismos, al consumo que consume la vida de tantos. Con ese gesto, dieron testimonio de presencia, de cercanía, de alternativa fundamentada. Los segundos se juntaron con miembros de otras religiones para compartir palabras y escucha, para intercambiar impresiones como hacen los hermanos que hace tiempo que no se ven. Para mostrar, sin imposiciones, qué son y qué les mueve. Y todo ello, sin encomendarse a planes pastorales, que muchos ni contemplan estas acciones, y cansados, tal vez, de esperar. Pensando sólo en que el darse, el encontrarse, el pararse, el escucharse, el consolarse o el buscarse está en la raíz más profunda de lo que hizo aquél que está a punto de nacernos otra vez.

La esperanza de personas como éstas, jóvenes y adultos, laicos y consagrados, aquí o en los rincones en los que ni siquiera Estados Unidos tiene embajada, ofrece un poco de luz en medio de tanta grisura. Deberíamos proponernos para el 2011 volver a ver el mundo con esa “mirada de enamorado” que un obispo vio en los ojos de esos chavales de la JOC. Feliz Navidad.

En el nº 2.734 de Vida Nueva.