“Cossí fan tutti”


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Pepe Lorenzo(José Lorenzo– Redactor Jefe de Vida Nueva)

“Desgraciadamente, una parte de la Iglesia sí se ha instalado en ese posibilismo que la ha hecho mirar para otro lado y callar cuando ha juzgado que era mejor eso que perder poder y relevancia. Italia, atravesada en su historia reciente por mil y un gobiernos democristianos, promulgó su ley del aborto en 1978 con la firma nada menos que de Giulio Andreotti, quien ahora firma editoriales en una prestigiosa publicación católica”

Aunque se está poniendo feo hablar de Berlusconi –el ardor neoconverso llega a extremos– no me resisto a hacerlo, aunque sea para glosar la defensa que de él ha hecho uno tan reputado como Vitorio Messori, y que citaba en estas mismas páginas, la pasada semana, nuestro vaticanista Antonio Pelayo: “Mejor un político que se va de putas pero hace buenas leyes, que un notable catolicísimo que después hace leyes contra la Iglesia”.

No era necesario, pero –aclaraba Pelayo– que la Santa Sede no compartía esta visión del autor de Informe sobre la fe, quien trataba de justificar el penúltimo escándalo de faldas del empresario televisivo. Al parecer, era preferible que el primer ministro italiano se metiese, presuntamente, en líos con menores a que la liara con el Vaticano.

Desgraciadamente, una parte de la Iglesia sí se ha instalado en ese posibilismo que la ha hecho mirar para otro lado y callar cuando ha juzgado que era mejor eso que perder poder y relevancia. Italia, atravesada en su historia reciente por mil y un gobiernos democristianos, promulgó su ley del aborto en 1978 con la firma nada menos que de Giulio Andreotti, quien ahora firma editoriales en una prestigiosa publicación católica.

Entre nosotros ha sucedido algo similar: el acento de la Iglesia se ha confundido demasiado con el de algunos gobiernos. El claro “no” de Juan Pablo II a la guerra de Irak no fue tan coreado aquí como sí se hacía con otras proclamas de Wojtyla. Por aquellas mismas fechas, el aborto, con casi dos décadas de vigencia, siendo igual de vil que hoy, no generaba el mismo rechazo. Tuvo que perder el PP las elecciones para que volviesen las críticas, aunque también es verdad que Zapatero ayudó lo suyo.

Rajoy derogará la nueva ley y volverá a la norma de 1984. ¿Cesarán las manifestaciones entonces? No es extraño que luego Jáuregui le eche en cara a la Iglesia que se ocupa mucho de la moral sexual y poco de la social. Aunque cuando sí lo hace, sus diputados la increpan y descalifican con saña, como hace justo un año hicieron con el obispo Algora por sugerir algo que ahora van a hacer el Congreso y el Senado motu proprio: revisar los privilegios de los diputados.

En el nº 2.740 de Vida Nueva.