(Andrea Riccardi-Fundador de la Comunidad de San Egidio) Los cristianos de Oriente no están lejos de Europa geográficamente, pero a menudo lo están histórica y humanamente. Las comunidades católicas orientales tienen un significado especial en el horizonte católico. Los cristianos orientales representan el mundo de los orígenes, las raíces, la tradición: una relación indiscutible que une el hoy de la Iglesia católica con sus principios. Representan la otra parte, la no latina, no europea, de un cristianismo que, nacido en Medio Oriente, se hizo europeo y, desde Europa, se hizo universal. Sin embargo, a los cristianos de Oriente a menudo se les oye poco por parte de sus correligionarios. La complejidad es una cifra con la que desde Europa se mira difícilmente a ese mundo.
Tierra Santa, en el siglo XX, ha vuelto a ser un espacio de gran atracción para los cristianos europeos. A través del peregrinaje, éstos han conocido el mundo cristiano oriental, aunque Palestina sea simplemente la tierra de Jesús y de la Biblia. Tierra Santa, Jerusalén, Israel, Palestina, representan como realidad y hecho imaginario algo muy importante en la opinión pública europea. Pero los cristianos de Oriente viven también en Irak, o mejor dicho, vivían. La mayoría de la opinión pública nacional no compartió la guerra contra Sadam Husein, y esa guerra ha marcado la crisis de la comunidad cristiana en el país. También en este caso, la intricada y dolorosa complejidad de los acontecimientos vuelve incierta e inquieta a la opinión pública. Por eso no es fácil hacerse una idea sobre Oriente Medio. Sin embargo, los cristianos de Oriente pueden ser una clave para leer la situación de esa zona y acercarse a ella. El futuro de una minoría no nace de un proyecto, sino de la capacidad de situarse en el corazón de una historia con una inteligencia ilustrada por los acontecimientos y por la propia vocación, por la capacidad de ser ella misma y de estar con los demás.