El obispo Uriarte pide la desaparición de la banda en el funeral de Isaías Carrasco
(J. C. Rodríguez) “El ambiente de Mondragón es irrespirable y no puedes hablar de política con nadie”. Así se expresaba una vecina –que pidió no ser identificada- de esta localidad guipuzcoana donde el 7 de marzo, dos días antes de las elecciones, fue asesinado por ETA el ex edil socialista Isaías Carrasco. Como esta mujer la mayoría de los vascos habrán sentido un profundo disgusto al ver que la abstención –defendida por la izquierda abertzale- subió diez puntos con respecto al 2004. ¿Miedo cerval o simpatías por ETA?
Nada más conocerse la noticia del asesinato de Isaías Carrasco todos los partidos políticos suspendieron los actos del último día de campaña y los grupos parlamentarios firmaron un comunicado unitario en el que anunciaron su compromiso de “defender la libertad y derrotar a ETA”. El PP intentó en vano que en este mensaje se incluyera un rechazo a la negociación con la banda. Esta misma fractura quedó a la vista de todos en la capilla ardiente del militante socialista asesinado cuando el jefe de los socialistas vascos, Patxi López, increpó a los populares Rajoy y María San Gil por sus posturas frente al terrorismo.
La voz de Sandra
En Mondragón gobierna ANV, la heredera de Batasuna, aunque la alcaldesa podría perder su puesto después de que EB (marca de Izquierda Unida en Euskadi) y los independentistas de Zutik rompieran su pacto de gobierno con la formación pro-etarra que, como es habitual, se negó a condenar el atentado. En medio de este ambiente hostil, se alzó la voz ejemplar de Sandra, la joven de 20 años hija de Isaías, quien al salir del velatorio proclamó valerosamente: “A mi padre lo han asesinado por defender la libertad, la democracia y las ideas socialistas. Y los que lo han matado son unos cobardes… Quiero pedir que el asesinato de mi padre no sea manipulado por nadie, y los que quieran solidarizarse con él y con nuestro dolor que acudan masivamente a votar el domingo para decir a los asesinos que no daremos ni un paso atrás”.
Durante el funeral en Mondragón, el obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, denunció “la violencia desalmada de ETA”, exigió a la banda su desaparición definitiva y apeló a no resignarse ante esta situación. Uriarte destacó la primacía de la esperanza, “necesaria para vivir”. También la Conferencia Episcopal Española condenó el asesinato, afirmando que “el terrorismo es una práctica intrínsecamente perversa, del todo incompatible con una visión moral de la vida”. El personal de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) se concentró al mediodía del día 10 a las puertas de su sede en Madrid en un gesto de oración durante el cual se leyó un comunicado.