Discriminación

FRANCISCO MUÑOZ, F. S.C. TOLEDO | El número 2.757 de Vida Nueva dice en su Editorial: “No deja de tener fuerza un clericalismo excesivo en las estructuras eclesiales, que deja la vida laical al vaivén del clérigo de turno –yo añado del obispo de turno–, quien hace caso omiso de su vocación específica”. Digo esto al hilo de lo que se ha publicado acerca de la discriminación que, tanto la CONFER como el obispo encargado, hacen de los religiosos laicales al negarles la asistencia a la Misa que celebrará el Papa el 20 de agosto en la Catedral de la Almudena, misa reservada a las religiosas y a los que aspiran al sacerdocio.

Los religiosos laicales quedan fuera, en el atrio de los gentiles. Clérigos, sacerdotes y obispos –no todos– parece que se han olvidado de lo que san Pablo dice en su 1ª carta a los Corintios, 12, 8-11,  y del símil del cuerpo, en el mismo capítulo, 12,31. El Espíritu obra todo esto, repartiendo a cada uno en particular como él quiere. Sin embargo, no siempre se reconoce esta diversidad. Y hoy, parece que todo se vuelve a repetir.

La organización de la JMJ hace distinciones dedicando un encuentro del Papa con las religiosas en El Escorial, y otro lugar preferente en la Catedral de la Almudena a los seminaristas y religiosos candidatos al sacerdocio. A los religiosos laicales no se les admite en ninguno de los dos ámbitos, pues uno es considerado “solo para mujeres” y el otro para los “aspirantes al sacerdocio”. O sea, se nos discrimina por razón de sexo o por no ser aspirantes al sacerdocio.

¿Debemos quejarnos a Dios que nos eligió para otros servicios en la Iglesia? ¿O es que en la Iglesia solo tiene cabida el clericalismo? San Pablo era más sensato que ciertos clérigos y obispos. Ojalá algunos de los que se creen más por ser clérigos ahondasen en la sana teología.

Desde la organización se nos ha contestado lo siguiente: “Lamento informarle de que ese encuentro es solo para religiosas. Al presidente de la CONFER y al obispo encargado les han llegado algunas quejas de religiosos, y ellos mismos han dicho que tampoco pueden acceder a la Misa con el Santo Padre del sábado 20, porque es solo para seminaristas y religiosos candidatos al sacerdocio. Sentimos los inconvenientes que esto pueda causar”.

Yo me pregunto: ¿pintan algo en la Iglesia la congregaciones laicales? ¿Acaso no son un don del Espíritu Santo? Pero no todos participamos en las mismas condiciones. Hay quienes por su estado o sexo son discriminados, a pesar de que el mensaje de Jesús fue otro, el contrario. Él soñó con que daríamos culto al Padre “en espíritu y verdad” (Jn 4, 24), derribando así la referencia de los distintos patios del Templo, que restringían su paso a gentiles, mujeres, hombres y sacerdotes.

La vida religiosa laical se compone de miembros de congregaciones religiosas que, o bien por carisma o bien por opción, viven como hermanos. Además, excepto los que han recibido el orden sacerdotal, el resto de la Iglesia es laical, lo que incluye también a las religiosas, nuestras hermanas; así como el mayor grupo, los seglares. Dato que no se debería olvidar.

En el nº 2.758 de Vida Nueva.

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