LOS RELIGIOSOS SON IGLESIA, por Juan Rubio

La vida consagrada goza de la misma salud que la Iglesia. Es parte de ella. Decir lo contrario es tendencioso. Comparte ilusión evangelizadora y participa de sus desafíos, gozos y lagunas. No es ajena. La misma Iglesia ha de orar y pensar qué hacer en momentos de desvalimiento.

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