Enseñando la patita


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Pepe LorenzoJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Vemos que la aportación efectiva es más bien exigüa, pero no por falta de valores que proponer, sino de nervio. Quizás la causa de esta anestesia –muy preocupante entre nosotros– esté en la mundanización que acaba de denunciar el Papa en Alemania “.

En el reciente Simposio sobre Doctrina Social de la Iglesia celebrado en Madrid, y que pasó tan desapercibido como suelen hacerlo estas convocatorias, aunque sirvan para conmemorar el medio siglo de la Mater et Magistra, algunos se preguntaron qué pueden y deben aportar los cristianos a una sociedad como la española y en unos tiempos como estos.

Si nos dejamos de retóricas, vemos que la aportación efectiva es más bien exigüa, pero no por falta de valores que proponer, sino de nervio. Quizás la causa de esta anestesia –muy preocupante entre nosotros– esté en la mundanización que acaba de denunciar el Papa en Alemania como uno de los vicios de la Iglesia de esta hora. Una Iglesia que se adapta a los criterios del mundo, a su autosuficiencia, demasiado apegada aún a ese “fardo material y político” que le impide “vivir nuevamente con más soltura su llamada al ministerio del adoración a Dios y al servicio del prójimo”.

Solo desde ese profundo letargo se pueden dejar pasar por alto los graves síntomas de deterioro social, moral, político y económico que está viviendo nuestra sociedad desde el estallido de la crisis de 2008 y permanecer impasibles, ahogados en la burocracia, ante el desmoronamiento de valores humanos y derechos sociales. Parapetarse en la encomiable labor de Cáritas no parece tampoco lo más apropiado si, como ha dicho también el Papa en un discurso contra tantas líneas de flotación intraeclesiales, “la Iglesia debe abrirse una y otra vez a las preocupaciones del mundo y dedicarse a ellas sin reservas”.

Un mundo que asiste atónito y afónico a una involución de derechos perpetrada en aras de una salida de la crisis que, en realidad, no se vislumbra por ningún lado. Al parecer, la única solución pasa por recortar, sin que nadie se atreva a denunciar cómo se ha llegado aquí y quiénes son los responsables. Los nuevos tiempos emergentes nos enseñan la patita en forma de tijeretazos en puestos de trabajo, en derechos sociales, sindicales, salariales, en censura preventiva… Pareciera que detrás no hay personas, vidas truncadas. Y lo que es peor, pareciera que todo ello nos es ajeno, indiferente.

En el nº 2.770 de Vida Nueva.

ESPECIAL VISITA DEL PAPA A ALEMANIA