Aclaraciones sobre Janer y Manyanet

JOSEP M. BLANQUET, S.F. | He leído con interés el artículo Una vida dedicada a los últimos, aparecido en esta revista en ocasión de la beatificación de Ana María Janer, y debo hacer algunas aclaraciones.

1. No es cierto que el sacerdote José Manyanet relegase a la madre Janer dentro de su propio Instituto durante los años 1874-1879. La madre Janer ya estaba “ausente” de la marcha del Instituto, entre otros motivos, es de suponer, porque ya tenía 74-79 años. José Manyanet no le cambió el lugar de residencia. Fue el obispo Caixal quien instó a Manyanet a “fer foc nou” (hacer fuego nuevo), con otras indicaciones para que no se echase a perder el nuevo proyecto.

2. Manyanet aceptó primero la dirección y, después, la reconversión de todas las comunidades de la Madre Janer en el nuevo Instituto de Hijas de la Sagrada Familia (con nuevas constituciones, nuevo hábito y nueva casa), no por “pretensión” ni con alegría, sino solo por estricta obediencia a su prelado y padre espiritual a la vez.

3. El nuevo Instituto de Hijas de la Sagrada Familia fue aprobado por los obispos de Urgell, Barcelona, Solsona y Lérida, y el obispo Caixal estaba dispuesto a pedir la aprobación de Roma.

4. En 1880, el obispo Salvador Casañas, administrador de Urgell, casi al final del conflicto y con el resultado de las dos visitas ordenadas por él mismo, tuvo que reconocer ante el nuncio, “en honor del Instituto y de su superior general el reverendo Manyanet, que hay muy buen espíritu en la congregación, que las religiosas son en su generalidad observantes y deseosas de perfección religiosa y que, salvo muy pocas excepciones, son muy afectas y sumisas al reverendo Manyanet”.

5. Lo que promovió esas “muy pocas excepciones” no fue una lucha tan inocente por mantener y recuperar el carisma original (que no era el de la Sagrada Familia), sino que se trató de una verdadera conspiración, con nombres y apellidos.

6. Estas y otras razones pueden leerse en la carta que el doctor Felipe Vergés y Permanyer redactó por encargo del mismo obispo y de Manyanet en noviembre de 1880. El prelado, aceptando el veredicto del árbitro, saldó una deuda considerable del Instituto que se quería endosar a Manyanet.

7. San José Manyanet y la ya beata Ana María Janer alcanzaron la meta de la santidad recorriendo una etapa del camino en el seno de una misma familia, y Manyanet siempre tuvo por ella el respeto debido.

Todo lo dicho aquí está perfectamente documentado.

En el nº 2.774 de Vida Nueva.

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