(Gabriel Leal Salazar– Delegado Episcopal de Cáritas en Málaga) Hago mías las palabras con las que nuestro Pastor, D. Antonio Dorado Soto -que se despedirá este domingo 30 de noviembre de sus feligreses-, se dirigía a toda la Diócesis al hacer público el nombramiento de D. Jesús Catalá Ibáñez, porque es el Pastor que viene a presidirnos en nombre del Señor. La carta con la que D. Jesús se ha dirigido a nosotros me ha llenado de alegría y esperanza. A pesar de las informaciones no siempre objetivas de algún medio de difusión local y en algunos foros digitales, a mí no me ha sorprendido en absoluto la actitud con la que el nuevo Pastor se acerca a nuestra Diócesis, porque he tenido ocasión de convivir dos años con él en el Pontificio Colegio Español de San José, cuando ambos estudiábamos en Roma.
D. Jesús viene a una Iglesia rica en historia de vida cristiana, extensa y con realidades muy diversas, escasa en número de sacerdotes y, como es natural, necesitada de configurar su vida cada vez más con el Evangelio. Gracias D. Jesús por su gran deseo de conocernos personalmente y “hacer camino juntos”.
Nuestro nuevo Pastor viene a enriquecer una tradición de Obispos admirables, dos de ellos propuestos por la Iglesia como modelos de vida cristiana al declararlos Beatos, el Cardenal Marcelo Espínola y D. Manuel González García, por ceñirnos a los últimos tiempos.
Este último sigue siendo un punto de referencia vivo en nuestra diócesis, especialmente en los presbíteros formados en nuestro Seminario Diocesano. Él renovó la catequesis y, sobre todo, revitalizó decididamente el Seminario, creando un estilo y talante pastoral en los sacerdotes allí formados que él quería fuésemos “Evangelios vivos con pies de cura”, pastores que desde la Eucaristía anunciásemos el Evangelio “de balde y con todo lo nuestro”, cercanos y servidores de nuestro pueblo; una tradición de la que somos deudores y seguimos bebiendo y que los beatos D. Enrique Vidaurreta y Juan Duarte, junto con otros muchos seminaristas y pastores, sellaron con su sangre.
Todos los Obispos que han servido sucesivamente a nuestra Diócesis la han enriquecido con sus iniciativas pastorales pero, sobre todo, con su ejemplar entrega apostólica. Ellos han ido configurando poco a poco la Diócesis que D. Antonio Dorado le deja.
Por limitarme a los cuatro ámbitos donde desarrollo el ministerio pastoral, me entusiasma ver que en nuestra Iglesia diocesana hemos ido aprendiendo a trabajar juntos, pastores, religiosos y laicos, en la misma dirección, apoyándonos en los sucesivos planes y proyectos pastorales diocesanos, en cuya elaboración y puesta en marcha todos hemos tenido ocasión de participar, especialmente desde los diversos consejos pastorales.
El Seminario Diocesano, tan querido y apoyado por nuestro presbiterio, es pobre en el número de vocaciones, pero está sano y vivo. De ello da testimonio el informe extraordinariamente positivo de su último Visitador Apostólico, monseñor Ureña, Arzobispo de Zaragoza, y el trabajo pastoral de los sacerdotes jóvenes.
Dentro de nuestra pobreza de personas y medios, la Diócesis ha puesto en marcha tres instituciones formativas: el Seminario Diocesano, el Instituto Superior de Ciencias Religiosas ‘San Pablo’, en la ciudad de Málaga, y la Escuela de Agentes de Pastoral ‘Beato Manuel González’, con sus cuatro sedes esparcidas por la geografía diocesana. En estos dos últimos, centrados en la formación de un laicado adulto y corresponsable, se han formado más de 7.000 alumnos y no menos de mil, respectivamente.
Cáritas Diocesana es también una realidad pastoral viva centrada en la actividad de las cáritas parroquiales, presente en más de 150 parroquias. Una Cáritas consciente de ser un instrumento de pastoral al servicio de la evangelización, mediante la acción caritativa y social.
Corazón y brazos abiertos
Estoy seguro que la incorporación de D. Jesús en nuestra Diócesis será enriquecedora para todos. Porque viene a una Iglesia que también está necesitada de seguir creciendo en su fidelidad al Evangelio y de responder con más eficiencia a las necesidades de nuestro tiempo. Y él se acerca a nosotros con “ilusión” y para “servirnos”, sin “proyectos pastorales predeterminados”, con el deseo de “conocer primero la realidad eclesial y social” y con la decisión de que sea “la luz del Evangelio” la que ilumine dicha realidad y determine el trabajo pastoral a partir del “actual plan pastoral de la Diócesis.”
Confío que le resulte fácil cumplir sus deseos de “‘hacer camino juntos'”, viviendo la dimensión sinodal de la Iglesia, promoviendo la diversidad de carismas al servicio de la unidad (cf. 1Co 12, 3-4) y compartiendo ilusiones, esperanzas y trabajos por el Reino (cf. 1Ts 2,9)”. Seguro que nuestra ayuda no le va a faltar en esa tarea. ¡Bienvenido, D. Jesús! Le esperamos con el corazón y los brazos abiertos, dispuestos a colaborar en la misión pastoral que el Papa le ha confiado.
En el nº 2.638 de Vida Nueva.