ANTONIO PELAYO | Corresponsal de Vida Nueva en Roma
“Este jesuita no ha perdido ni la sencillez ni la humildad, virtudes no tan frecuentes entre los eclesiásticos de alto rango….”.
El lunes 16 de enero, me hubiera gustado asistir al homenaje que la Universidad Gregoriana de Roma tributó a Su Excelencia Reverendísima Monseñor Luis F. Ladaria, arzobispo titular de Tibica y secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe; para los que hemos tenido el honor de conocerle y tratarle desde hace años, sencillamente el padre Ladaria.
Otros compromisos me lo impidieron, y bien que lo siento, porque pocos homenajes serán más merecidos que este que se rinde a un profesor de Teología de Comillas y Roma, a cuyas clases han asistido miles de alumnos, algunos de ellos elevados a las más altas dignidades eclesiales.
Cosa a la que nunca aspiró este discípulo de san Ignacio, mallorquín luminoso en sus explicaciones teológicas y una de las personas a las que he visto reírse con mayor espontaneidad y plenitud.
Como su compatriota el tenista Rafa Nadal, este jesuita no ha perdido ni la sencillez ni la humildad, virtudes no tan frecuentes entre los eclesiásticos de alto rango.
- Crónica vaticana: Benedicto XVI: “La unidad que pedimos requiere una conversión”
En el nº 2.786 de Vida Nueva.