JOSÉ LUIS CELADA | Redactor de Vida Nueva
“Rescaten de su estantería el Evangelio de Marcos y aprovechen para leerlo durante las próximas semanas sorbo a sorbo…”.
Como sucede año tras año a la vuelta de los períodos de vacaciones, también con la llegada de la Cuaresma afloran los buenos propósitos. Pero esta vez no es cuestión de apuntarse al gimnasio para mantener el cuerpo a tono después de los consabidos excesos estivales o navideños, sino de cuidar mejor nuestra salud espiritual.
Ayunos al margen, a lo largo de estos 40 días, no pocos cristianos se autoimpondrán pequeñas renuncias, privaciones y otras “penitencias” que les permitan emplearse con mayor celo y tiempo a las necesidades del alma (oración) y de los hermanos (compromiso): menos horas de televisión, de móviles, de redes sociales, más control de gastos superfluos…
Se trataría de un “plan de ahorro” de esas imágenes y sonidos, generados por la actual cultura del consumo, que bien podríamos reinvertir, por ejemplo, en una buena lectura. Y barata.
Hagan la prueba: rescaten de su estantería el Evangelio de Marcos y aprovechen para leerlo durante las próximas semanas sorbo a sorbo –como lo propone precisamente el ciclo litúrgico en el que estamos–. No encontrarán un ejercicio más económico y saludable para preparar y celebrar la Pascua en plena forma.
En el nº 2.790 de Vida Nueva