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ENTRE PALABRAS: ‘De visita’, de Maeve Brennan


De visita, de Maeve Brennan

De visita

Autora: Maeve Brennan

Editorial: Lumen

Ciudad: Barcelona, 2005

Páginas: 120

ÁLVARO MENÉNDEZ BARTOLOMÉ | Nuestra autora, Maeve Brennan, nació en Dublín en 1917, un año después del agitado Alzamiento de Pascua (más conocido como el Easter Rising, uno de los momentos cruciales de la historia moderna de Irlanda). De hecho, su padre estuvo involucrado en dicha rebelión y, cuando finalmente Irlanda obtuvo la independencia, él mismo fue el primer embajador del Estado Libre de Irlanda en la ciudad de Washington.

Es aquí cuando Brennan adquiere ese carácter tan propio de ser una extraña en otra patria: decidió permanecer en los Estados Unidos cuando toda la familia regresó a la Irlanda natal. Quizás ese es el motivo por el que en alguna ocasión se refiriese a sí misma como una traveller in residence, algo así como una viajera residente. Pronto veremos cómo esta definición también es perfectamente aplicable a la protagonista de la obra que ahora comentamos.

Esta breve novela, De visita, plasma el peso espiritual del rencor. Cuando el odio sin violencia física, que es la incomprensión del prójimo, se manifiesta en los resquemores del alma, nos damos cuenta de hasta qué punto la falta de empatía constituye un raro modo ‘pedagógico’ que deja huella, honda y dolorosa, en la vida humana.

M. Brennan (1917-1993), esta dublinesa afincada en Nueva York y brillante colaboradora en The New Yorker desde 1949, donde trabajó como redactora en The Talk of the Town, expone con precisión los mecanismos de un odio sordo y de un hastío existencial enquistados insanamente en la familia de Anastasia King, la joven protagonista de la obra.

A lo largo de las páginas, todo parece transcurrir bajo el influjo de cierto temor reverencial hacia el tabú encarnado en la figura de unos padres ya fallecidos y que han sido sepultados bajo la hipocresía de un pasado sin resolver, no pudiendo siquiera gozar de esa humanidad cercana que poseen nuestros difuntos.

Maeve Brennan

Maeve Brennan

Frente a todo intento de rescate por parte de Anastasia, que ha regresado al hogar de una infancia muy lejana, y gobernado por la abuela paterna, está la postilla dolorosa que representa la tozudez senil y rencorosa de esta mujer, quien aparece más cercana a la figura del anfitrión eficaz y calculador que a la de la mano amable que su nieta espera recibir al ser acogida de nuevo bajo el antiguo techo familiar.

Regreso al pasado

La protagonista viene huyendo de un París al que su madre y ella marcharon tras abandonar marido y padre, matrimonio y casa paterna. El regreso, con todo, no es hacia delante: de vuelta a Dublín, emergen citas de un pasado al que la protagonista reclama una protección demasiado peligrosa.

La implacable desaprobación de la abuela persiste a pesar de los años, y la lección está clara: no se debe consentir que el pasado se transforme en el refugio donde capear el temporal del tiempo presente.

Ante la verdad todos callan, menos los locos, como Miss Kilbride, quien ha entregado su cordura a una historia de amor ya marchito y a los brazos de una madre muerta, cuyo cadáver parece aún tener ojos en cada esquina de la casa. Anastasia, eterna visitante en el propio hogar de su infancia, sufre el claustrofóbico recibimiento de su abuela.

De visita es, sin duda, el trabajo de una autora muy segura de sí misma: nos muestra una exposición de los diferentes estados de ánimo que no flaquea deteniéndose en excursus excesivamente emocionales, a lo largo de una prosa exquisitamente lacónica de principio a fin.

Así pues, la novela, aunque breve, maneja un ritmo equilibrado y sin altibajos, lo que permite sacar a la luz, aquí y allá, aquellos elementos más crueles y crudos de la forma de ser femenina desplegada a través de unas protagonistas que se laceran entre sí con ferocidad opaca, como si estuvieran siempre a la espera y a la busca de un lugar verdaderamente propio.

Un lugar en la mente

Y es que, en el fondo, la obra que nos ocupa aborda la cuestión de la búsqueda y el encuentro del verdadero hogar: “El hogar es un lugar en la mente. Cuando está vacío, vibra. Vibra con los recuerdos, rostros y lugares y épocas pasadas. Imágenes queridas se alzan indóciles y componen un espejo para la vacuidad. Luego, cuánta resentida admiración, cuánta búsqueda casi sin objeto. Es una absurda contradicción, como absurda es la criatura que busque arrancar la sonrisa aun a la más familiar y adorable de esas sombras. Cómica y desesperanzada, la mirada absorta que nos devuelven se dirige siempre hacia dentro”.

Buscar un hogar será siempre saberse a sí mismo y poder hallar respuesta al deseo de ser querido. Una búsqueda así nos toma siempre por protagonistas –ha de hacerlo–. De recordárnoslo se encarga Brennan con eficacia, una autora para muchos olvidada, pero que nos relata aquí de qué modo en la visita de esta vida no podemos conformarnos únicamente con el papel de convidados de piedra. Disfruten de la lectura.

En el nº 2.790 de Vida Nueva.

Actualizado
23/02/2012 | 16:24
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