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José María González Ochoa: “Fray Juan luchó por derechos muy actuales”


Autor de ‘Fray Juan Ramírez de Arellano. El obispo de los indios’ (Instituto de Estudios Riojanos)
José María González Ochoa

J. L. CELADA | Coordinador de programas en la Fundación SM, el periodista riojano José María González Ochoa acaba de publicar un libro sobre su paisano Fray Juan Ramírez de Arellano. El obispo de los indios, un dominico cuya “admirable coherencia evangélica” llega a nuestros días desde el siglo XVI con la sorprendente actualidad de sus reivindicaciones.

– ¿Por qué un libro sobre el obispo Ramírez de Arellano?

– Es un personaje que descubrí al investigar para mi libro Quién es quién en la América del Descubrimiento (Acento, 2003), y me sorprendió el desconocimiento que había sobre él y sobre su acción en defensa de los indios, aun siendo un personaje de una gran altura intelectual, dignidad eclesial y que dejó escritos con numerosos informes y cartas de denuncias. Desde entonces, me propuse recopilar información sobre él. Gracias a una beca de investigación del Gobierno de La Rioja, pude culminar la búsqueda de información y documentos en diversos archivos y publicar el libro.Fray Juan Ramírez. El obispo de los indios, José María González Ochoa, Instituto de Estudios

– ¿Cree que este dominico del siglo XVI ha sido víctima de un olvido injusto?

– Ha sido olvidado en su tierra, La Rioja; dentro de su Orden, los dominicos; y, en general, pocos lo citan al estudiar lo que fue la lucha por la dignidad y la justicia de los nativos. Solo eran conocidos sus dos grandes memoriales escritos a su regreso de México, en octubre de 1595. Estudió en Salamanca en el momento de mayor efervescencia intelectual, y estaba en los dos centros formativos más destacados: el convento de San Esteban y la Universidad. Fue maestro en Teología, profesor de la Universidad de México, formador de dominicos novohispanos, obispo de Guatemala, defensor de los derechos de los nativos, y gozó de gran popularidad en vida, pero con el tiempo su figura se difuminó.

– ¿Qué es lo que más le ha sorprendido del personaje, una vez recopilada toda la documentación que hay detrás de su obra?

– La modernidad de sus reivindicaciones. Fray Juan lucha por cuestiones tan actuales como las condiciones de vida y de trabajo de los negros y nativos, por el salario justo, por el derecho a trabajar con un contrato y de forma voluntaria y pactada, por días de descanso, por la dignidad de la mujer nativa, por algo que hoy llamamos la conciliación de trabajo y vida familiar. Por ejemplo, pedía que no se obligara a trabajar a mujeres con niños recién nacidos o pequeños… Reivindicaciones que hoy se pueden escuchar en bastantes de las manifestaciones y propuestas de sindicatos y trabajadores. Y también es admirable su coherencia evangélica.

– ¿Resultaría hoy incómodo también el testimonio de este obispo riojano como lo fue para muchos de sus contemporáneos?

– Cualquiera que quiera cambiar las cosas a favor de los más débiles, y eso suponga modificaciones en contra de quien detenta el poder, será siempre incómodo. En Guatemala, en México o en Madrid, hoy su voz se alzaría para denunciar muchas injusticias actuales. En México y en Guatemala los nativos siguen sin disfrutar plenamente de sus derechos, en especial en Guatemala, donde los abusos y la impunidad están a dario en la prensa y en los tribunales. Y en Madrid, dada la deriva que está tomando la crisis, cuyas peores consecuencias recaen fundamentalmente en los trabajadores, creo que seguiría diciendo y escribiendo cosas muy molestas para quienes legislan y gobiernan.

– ¿Qué queda en la Iglesia actual de aquel empeño suyo –mitad tozudez, mitad coherencia de vida– al servicio de los indígenas de Guatemala y México?

– Creo que todavía queda bastante en muchos países iberoamericanos. La Iglesia de algunos de estos países ha sabido estar siempre más cerca de los nativos, de los necesitados, de los más pobres. Ahí están los ejemplos de los obispos y sacerdotes mártires, o los nombres que todos recordamos como ejemplos de coherencia evangélica.

En el nº 2.798 de Vida Nueva.

Actualizado
27/04/2012 | 08:09
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