(Raúl Berzosa– Obispo auxiliar de Oviedo)
“El belén no me quedará tan estético como en otros años. Pero el Niño Dios abrirá más que nunca sus ojos, brazos y corazón y sonreirá de forma nueva. Le aplaudirán los ángeles, pastores y reyes. Hasta la estrella brillará con nueva e intensa luz”
Este año me he propuesto colocar en casa un nacimiento diferente. En mi belén tendrá prioridad uno de los millones de parados, víctima de este dramático momento. No sé si plasmarle escondiendo la cabeza entre sus manos o gritando la angustia que le nace de sus entrañas. Una de las miles de víctimas de género, que se han cansado ya de dar una oportunidad a su pareja. Reflejará sangre y muerte. Un enfermo crónico, con esa cruz de la que ya no se podrá desprender en vida. Un mendigo y, además, sin techo y transeúnte. Con su ropa sucia y su rostro lleno de heridas, no sólo físicas. Hijo de ninguna parte, con los ojos perdidos no se sabe muy bien dónde. Un emigrante sin papeles. Aterido de frío y con la ropa mojada por el desembarco reciente de una patera. Un toxicómano con SIDA, apoyado tan sólo en el bastón de sus recuerdos. Una prostituta de América Latina o de la Europa del Este, a quien se la mira como objeto de consumo y vive con rabia contenida. Un alcohólico, padre o madre de familia, que no entiende cuál es la gravedad de su problema ni por qué hace sufrir a quienes más le aman. Un feto abortado, que no llegará a saber por qué le dieron un trato que no merecía. Un desplazado de las guerras fraticidas, que tan sólo sobrevive con la esperanza de la tregua o de una paz que parece no llegar nunca. Una víctima inocente del terrorismo salvaje o de la violencia fundamentalista de los que no distinguen ni lugares, ni edades, ni circunstancias. Y finalmente, un niño o una niña de la guerra, o víctimas del turismo sexual, a quienes se les ha robado la infancia. El belén no me quedará tan estético como en otros años. Pero el Niño Dios abrirá más que nunca sus ojos, brazos y corazón y sonreirá de forma nueva. Le aplaudirán los ángeles, pastores y reyes. Hasta la estrella brillará con nueva e intensa luz: la de la esperanza y el amor de ágape, que se entregan sin esperar nada. En el cielo se escuchará un canto: “¡Es hora de renovar la solidaridad fraterna!”.
En el nº 2.641 de Vida Nueva.