La Roja y el obispo


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Pepe LorenzoJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Veo a los jóvenes de la Selección Española de Fútbol pasear su exultante alegría por las calles de Madrid tras hacer felices a millones de compatriotas en un tiempo en que la dicha se cotiza tan alta como la prima de riesgo…”.

Veo a los jóvenes de la Selección Española de Fútbol pasear su exultante alegría por las calles de Madrid tras hacer felices a millones de compatriotas en un tiempo en que la dicha se cotiza tan alta como la prima de riesgo.

ruzan sus miradas, sus saludos cómplices, su entusiasmo con otros rostros juveniles a quienes la euforia de sentirse copartícipes de una hazaña deportiva como la que simboliza esta Eurocopa les ha barrido durante unos días su cruda situación de precariedad, una realidad que les deja en fuera de juego, a merced de unas leyes fijadas por un árbitro internacional despiadado que les obliga a jugarse su día a día a los penaltis.

Me alegro por ellos, me alegro de este ensueño colectivo. Pero mañana toca de nuevo la rutina y la desazón de no tener que poner el despertador porque no llegas tarde a ningún sitio. Si acaso, a tu propia vida, que se alarga indefinidamente en la casa paterna, eternos suplentes en un partido que no les dejan jugar.

Por eso quiero remarcar lo hecho en Bilbao con el Gesto Diocesano de este año. Centrado en el desempleo juvenil, miles de jóvenes han participado en la elaboración de un amplio catálogo de medidas, propuestas y compromisos para luchar contra una lacra que afecta a la mitad de nuestra juventud.

Y con ese listado bajo el brazo, su obispo, Mario Iceta, ha peregrinado por distintas instancias oficiales, entre ellas, a finales de junio, por la presidencia del Parlamento vasco, para hacer entrega del mismo sin más ánimo que el de ofrecerlo como una contribución desde la Iglesia, y desde esa juventud que aún forma parte de ella, a la edificación de una sociedad más justa y fraterna.

Se trata de un gesto tan altruista (primas aparte) como el de los históricos tricampeones de fútbol al compartir su proeza. Aunque a veces, como en el terreno de juego, haya que apretar los dientes para luchar por lo que se quiere. En el caso de la Iglesia, como ha dicho el propio Iceta, “denunciando, si fuera necesario”, las causas de la precariedad. Que no otra cosa es lo que se pide. Aunque sea en un simple listado.

En el nº 2.808 de Vida Nueva.