JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“Ahora que comienza el Sínodo para la Nueva Evangelización, de esa asamblea no se debería salir sin una respuesta honesta de por qué esas instancias eclesiales generan tanto rechazo…”.
Cáritas ha constatado un aumento de la pobreza, la desigualdad y la injusticia social en España a causa de la crisis. Ahí es nada. Décadas de prosperidad, por el sumidero, y la promesa de un futuro casi a la intemperie.
La noticia coincide con lo que nos costará rescatar a los bancos (la mitad, casi para Caja Madrid, gestionada por políticos de uno y otro signo) y, claro, la gente se indigna. Y a los políticos les indigna y ponen pucheritos desde el extranjero porque la gente se indigne y salga a la calle.
Les gustaría que no diésemos esa imagen. De la suya no dicen nada, ahora enfangados en un lío que amenaza divorcio exprés y sin custodia compartida. Dicen que la mayoría no se manifiesta. Es verdad, lo cual no deja de ser preocupante. ¿Qué pasa en un país con casi seis millones de parados en donde ni siquiera se tienen ánimos para protestar?
Volvamos a Cáritas, bálsamo para tanto despropósito. Entre los centenares de miles de personas que atiende, sus voluntarios han detectado que un aspecto muy valorado por quienes llaman a sus puertas es que les escuchen, que les oigan, que les presten un rato de atención. Mucha gente, además de necesidades materiales de comida, ropa o vivienda, busca alguien con quien poder compartir la pena que les consume, la angustia que se les ha agarrado al pecho.
La gente de Cáritas ha constatado igualmente que poner atención al dolor del prójimo tiene un gran valor que no se puede cuantificar en euros, pero que conlleva un gran beneficio social pues suele cambiar las trayectorias vitales de los afectados. De esto deberían tomar nota los políticos: la gente va donde se la escucha y se fía de quien le brinda su hombro.
Pero también esto trae una lección para la Iglesia, de capa caída en eso de la confianza ciudadana, fundamentalmente a nivel de jerarquía, porque ya sabemos que Cáritas es también la Iglesia.
Ahora que comienza el Sínodo para la Nueva Evangelización, de esa asamblea no se debería salir sin una respuesta honesta de por qué esas instancias eclesiales generan tanto rechazo como los políticos y por qué no resulta creíble su testimonio como portadoras del Evangelio. ¿Nos habremos olvidado de cómo se escucha?
En el nº 2.818 de Vida Nueva.