(Enric Barrull Casals– Girona) La labor silenciosa de algunas entidades benéficas, como el Banco de los Alimentos y Cáritas, es siempre encomiable, de manera especial en tiempos marcados por la escasez. Por ello, reclamar el reconocimiento social sobre su trabajo es un acto de justicia.
Ahí tienen amparo y alimento los excluidos, a quienes la otra lotería, la de la vida, les ha dado muy poco o nada. Pero del mismo modo, ahí tienen cabida quienes quieran devolver una parte, siquiera mínima, de lo recibido. Sin duda, en esos centros, especialmente en los de Cáritas, no se organizan cortesanos vinos de Navidad ni cenas de empresas, pero estoy convencido de que sus voluntarios se merecen el mejor de nuestros deseos.
En el nº 2.643 de Vida Nueva.