Benditos héroes anónimos


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“En estos tiempos de zozobra, donde tantos no saben ya adónde agarrarse, la Iglesia tiene aún mucho que ofrecer…”.

En un mundo “plagado de horrores, de traiciones, de envidias; desamparos, torturas y genocidios”, el escritor Ernesto Sábato encontraba “modestísimos mensajes” de Dios en el canto de los pájaros, en la gata que se le recostaba sobre las rodillas, en la belleza de las flores, incluso en la que regalan las más pequeñas y humildes… y en los incontables héroes anónimos que se iban sobreponiendo de los zurdazos que les asestaba la vida y con los que el autor de El túnel, de alguna manera, se había ido cruzando a lo largo de su existencia.

Con la dignidad intacta, esas personas se levantaban de la lona conscientes –vaya usted a saber después de qué elucubraciones o meras intuiciones– de que la vida tenía plena razón de ser. “Esta clase de seres nos revelan el Absoluto”, decía el novelista argentino.

En estos tiempos de zozobra, donde tantos no saben ya adónde agarrarse, muchos de ellos desencantados con religiones cuya coherencia espiritual se ha ido deshilachando cada vez que han querido hacerse un sitio en este mundo, la Iglesia tiene aún mucho que ofrecer, muchos hombres y mujeres anónimos que han encontrado en el seguimiento de Cristo el pleno sentido a sus vidas.

La esperanza se les asoma de continuo a sus miradas, donde otros puedan verla para seguir caminando. “Se puede pensar con toda razón que el porvenir de la humanidad está en manos de quienes sepan dar a las generaciones venideras razones para vivir y razones para esperar”, leemos en la Gaudium et spes.

Son todos esos “bienaventurados” a los que se dirige en su mensaje para la Jornada Mundial de la Paz Benedicto XVI; los que, sin aspavientos, en silencio, huyendo de protagonismos vacuos, se implican en mejorar las cosas de sus prójimos, aquí y ahora, ya sea donando su tiempo, llenando el de quienes solo tienen tiempo pero nadie a quien amar, manifestándose y alzando la voz por defender los derechos de todos, denunciando el olvido de los inocentes en el Congo o los abusos sexuales de cascos azules en Costa de Marfil, o protegiendo, a costa de poner en peligro su propia vida, a los sin tierra de Brasil o de tantos otros lugares… Ojalá que este 2013 nos dejemos guiar más por sus miradas

En el nº 2.830 de Vida Nueva.